Cambiar el corazón

Cambiar el corazón arrogante es la gran tarea de todo hombre para ser feliz. Y la gran tarea del cristiano si quiere entender a Dios y seguir de cerca a Jesús. La conversión no se opone a la alegría, sino a la frivolidad.

 

Este domingo viene Juan recordando que “hay que preparar los caminos del Señor, allanando senderos”. La llamada de Juan es para que uno se vuelva a Dios y esté más pendiente de las necesidades del prójimo. Hay que allanar los senderos repartiendo raciones de amor, compartiendo algo de lo que tenemos con los demás, perdonando viejas ofensas, olvidándonos un poco de nuestra grandeza…

 

El cambio del corazón no es el “dolce far niente”, porque Dios quiere que le busquemos. Por eso hay que hacer limpieza de nuestros intereses egoístas, y recuperar la amistad de Jesús en la eucaristía. ¿Muy difícil? No. Porque el miedo al cambio, y las cegueras se superan con la fuerza del Espíritu Santo.



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