Llevamos dos meses hablando de él y aún quedan dos meses para que se entregue. El tema del balón de oro realmente ya resulta cargante a todos los efectos.
Y es que un premio absolutamente individual se ha convertido en una guerra Madrid-Barça sin sentido alguno. El dichoso balón de oro premia al mejor jugador del mundo cada temporada por pequeños detalles, pequeños matices. Desde mi punto de vista, los aficionados de Real Madrid o FC Barcelona, al menos en España, deberían interesarse porque dicho premio recayera en manos de un español por el hecho del orgullo que supondría para un país campeón de todo en los últimos años tener a un jugador proclamado como el mejor del mundo. Lo cierto es que ni Xavi ni Iniesta, los únicos nominados, entran en las apuestas online por la victoria en las votaciones porque su rendimiento no ha sido suficientemente bueno y por esto el debate no debería ser ni tan agresivo ni tan constante.
Además, se debe tener en cuenta que los jugadores no le dan tanta importancia a dicho premio. Más allá del importante reconocimiento que supone y el incentivo económico, lo cierto es que el premio es tan subjetivo que no creo que sea de tanta importancia como se está vendiendo. Ribery ganó todo el año pasado e hizo una temporada espectacular pero no es mejor que Cristiano Ronaldo o Messi. El portugués lleva un 2013 excepcional pero acabó 2012 triste y Leo Messi ganó la liga de los records del fútbol español con Tito siendo bota de oro, aunque su inicio de temporada no está siendo el mejor. Entonces, ¿quién lo tiene que ganar?
Para gustos los colores, que diría aquel. Pero lo que realmente me parece una aberración es que esto se convierta en una guerra entre dos equipos que ya tienen bastante con lo que se están jugando cada día. Lo cierto es que el entorno, los medios y, por consiguiente, la afición, son los que alimentan cada día un debate que ya va quedando obsoleto, cargante.
Al final la FIFA pierde credibilidad con el esperpento de Blatter y ampliando el período de votación, la gente se cansa de escuchar a los profesionales hablar de deporte porque siempre se le da vueltas a lo mismo y el premio pierde el valor inicial. En definitiva, en toda esta historia el que realmente pierde es el fútbol en su esencia.