Estoy un poco/mucho abrumado por lo bien que se reciben mis sencillos artículos. No hago nada de otro mundo. Me siento en deuda por el trato recibido por parte de esa familia que conformamos todos los que nos sentimos humanitarios por extensión alleranos.
El anterior escrito que llevaba por título: "Todos a Moreda por San Martín" ha batido con creces las entradas y ha puesto el listón para futuros artículos/opiniones/reportajes en algo así como una quimera. Os diré el número de recomendaciones al final de estas líneas. Porque la suma se incrementa según se consume el tiempo.
Mis primeros pasos físicos los he dado por el barrio del Carmen. Con cuatro años y un mandilón azul ya me aventuré a ir hasta la plaza de la Iglesia. Las escuelas del Campo serían mi otra casa dónde comencé a relacionarme con otros niños de la misma edad. Allí se fraguaron verdaderas amistades que con el pasar del tiempo perduran. Voy ahora menos de lo que debiera, pero no por ello, olvido mis raíces. Sé que me repito y lo dejé escrito en mi "Oda a Moreda de Aller": que mis últimos años los volveré a pasar en el lugar dónde vi por vez primera la luz.
Citar los nombres de aquellos con los que espero pasar buenos ratos y comilonas no lo voy hacer, por si pudiera quedar alguno en el tintero. Y luego me pasa factura. Pero se me fueron algunos con los cuales ya no podré compartir el ocaso de mi vida como: Monchu "Collainos", Luisin "El maestro", Parrina, Juan Carlos, mi tío Cholo, Rodrigo, etc... Con solo evocar sus nombres me está entrando una enorme tristeza, así que voy cambiar de tercio.
Siempre imaginé a nuestro querido concejo de Aller como una enorme cruz. En cada punto extremo estarían a los pies de la misma: Valdefarrucos y en el polo opuesto Cuevas. Un brazo se lo daría a Pelúgano y el otro seria para Rio Aller (imaginaros que la pintó Miró de dos trazos). Seguís sin visualizarla, no pasa nada. Cada parroquia, cada rincón, caleya y plaza todas conforman este trozo de tierra bañada por el rio Aller que es la columna vertebral de este vergel que Dios tuvo a bien ubicar en Asturias.
A los que por avatares de la vida laboral o estudiantil se tienen que ir ya no solo de nuestra región sino del país para todos ellos mi apoyo moral para que les sea un poco más liviano su destierro. Ellos si que llevan no solo Aller en el corazón, también en su alma y todo su ser. Y para los que pisan su suelo cada día y para los que vamos de vez en cuando os envió desde este papel de cristal todo mi cariño. Al fin y al cabo, todos somos paridos por una misma madre: ALLER.
Lo prometido sobre el articulo de "Todos a Moreda..." alcanzan las 282 recomendaciones, todo gracias a vosotros queridos paisan@s. Ser asturiano es una satisfacción pero ser Allerano es todo un orgullo.
“Aller, hoy y siempre "
Foto: Los Collaínos, en Puerto de San Isidro