Otra tragedia de inmensas proporciones en Filipinas… y una vez más total falta de preparación

Haití… Después de tres años la mayor parte de los problemas sin resolver. Ahora, de estas dimensiones terribles, la Isla de Leyte en Filipinas. Destrucción masiva, muertos por doquier… y tibias reacciones de la sociedad “próspera” que, acuciada por los “recortes”, no puede enviar sino ridículas muestras de solidaridad, de las que únicamente cabe destacar y elogiar el esfuerzo personal de muchas mujeres y hombres que desearían ver multiplicados los recursos que se ponen a su disposición para el socorro de las víctimas. 
Estamos viviendo los últimos coletazos de una crisis sistémica que no ha previsto, cegada por la codicia y el poder hegemónico, la acción rápida y eficiente para socorrer a los más necesitados. 
Estamos preparados para la guerra, con artefactos costosísimos y no disponemos de los medios adecuados cuando se producen catástrofes naturales o provocadas. 
No me canso de repetirlo: se invierten 4.000 millones de dólares al día en armas y gastos militares al tiempo que mueren de hambre y desamparo más de 60 mil personas. 
Es apremiante la refundación del Sistema de las Naciones Unidas para que existan, a escala global, los medios personales, técnicos y financieros que se requieren en momentos de particular urgencia. Sólo un sistema coordinado de intervención inmediata en casos de terremotos, inundaciones, vientos huracanados, volcanes, tsunamis… podría dar la medida de la eficacia y capacidad preventiva o paliativa a través de una concertación mundial bien establecida. 
En el año 2000, los neoliberales dijeron que no había dinero para los Objetivos del Milenio. Ahora sigue sin haberlo para evitar el deterioro medioambiental: en dos años se celebrará en Varsovia la próxima reunión sobre el cambio climático y el gran “reto”, según indica la prensa, es encontrar 76.000 millones de dólares… cuando es lo que se invierte actualmente en seguridad militar en menos de un mes. 
 Hay que cambiar todo esto porque es irresponsable que la humanidad esté sometida a estas amenazas, con millares de víctimas, mientras que los arsenales militares están llenos de cohetes, bombarderos y “drones” último modelo. ¡Ya está bien! El mundo, los ciudadanos del mundo, merecen mejor tratamiento. Viendo las imágenes del paso del super-tifón en Filipinas, los cadáveres de tantas personas que viven en condiciones de enorme precariedad y vulnerabilidad… la conclusión firme es que debemos elevar un clamor mundial a favor de instituciones multilaterales que permitan, en muy poco tiempo, reducir los arsenales militares, eliminar las ojivas nucleares y adoptar todas las medidas precisas para mitigar al máximo catástrofes como la que hoy, con gran tristeza e indignación contemplamos.



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