Escribir sobre este chigre me hace inevitablemente retroceder en el tiempo. En un principio pretendía contar su historia, orígenes y árbol familiar. Sin duda alguna seria una tarea de investigación pero por qué no contar mis recuerdos personales y mostrar lo vivido, no solo de éste que narra sino hacer participes a mis amigos.
A Francisco Vígil Carbajal, en adelante simplemente, "Pachu" y Domitila Fernández Díaz, "Tilina" los conocí a principios de los años setenta. Empecé a entrar con pantalón corto a recoger la hoja "penalty" para llevársela a mi padre, es el primer contacto que tengo del chigre. Me llamo la atención que no había la tradicional barra. Allí, estaba el bonachón de Pachu, con sus inseparables "tirantes" y la inquieta Tilina, poniendo un poco de orden. El chigre se remonta a la década de los años cincuenta. El matrimonio tuvo tres hijos: Carlos Vigil Fernández, José Ramón (Pipo) y Javier.
Sin concluir el bachillerato comienzo a frecuentar el establecimiento. Nos adentrábamos hasta la trastienda, nunca en la estancia principal. Era como una especie de cochera. Las barricas se apilaban, así como los pellejos de vino. El escusado era de los que mostraban dos huellas con un orificio central, siempre me llamo la atención. Hoy, en la calle Altamirano (Oviedo), en "Rte. Casa Lito" todavía se puede ver uno. Antes de que cerrase Maxi ( Su Casa ) nos pasábamos por la tienda aprovisionar unas latas de conserva, embutidos, queso todo al peso. La precaria economía estudiantil no daba para muchos lujos. Eso sí, todo era a escote. Sobre las ocho de la tarde, sobre las mesas se depositaban las viandas. Alrededor nos disponíamos como los apóstoles en la última cena. Luisin - el maestro -, Ramiro, Maxi, los hermanos Fredo y Turo, Arcadio, Carlos - casera -, Camilo, Javier Faes, Fernandito, Santi - el papeleru -, Julio Crespo, y el que cuenta la historia. Debo confesar que todos bebían por el porrón ( vino con cola ) a mi no se me daba nada bien, así que bebía por un vaso tipo pinta.
Tras dar cuenta de aquellos para nosotros manjares, comenzaba la liturgia de cantar. No eran tonadas asturianas, el repertorio era variopinto, canciones de los Brincos, Sirex, Mustang, etc. Aquel mágico tiempo finalizó con el curso de C.O.U. La independencia llegaría en el mes de septiembre. Y lo que son las cosas, iba no solo a compartir vivienda, sino habitación con el hijo de Pachu, Javier - para mi, siempre Pachin - nuestra habitación daba a la Plaza de Toros de Oviedo. Mi cama turca se colocaba en medio, a la izda. Paco - Jovino - y a la dcha. Pachin. Los otros dos que completaban la vivienda de alquiler eran, mi tio Cholo (+) y Santi Rivas.
¡ Qué tiempos !
Pero, volviendo a lo que nos ocupa en este tributo de articulo. Cuando regresábamos los fines de semana a casa, como no, volvíamos a reunirnos en aquel emblemático chigre. Mi pandilla la de toda la vida menguaba, algunos se fueron por motivos de trabajo y de estudios fuera de la provincia. Ahora, tenia nuevos amigos que los conocía de vista pero que la capital nos unió, son los casos de Lolo Paredes, Julio Arroyo, José Manuel, Celso Colunga, Pinky, Tuñón Huerta, César Huelga, mi primo Cundo, Víctor, Chena, Tino " el roxu", Juan Luis " Trebol " Pepin Collainos, César Carmona, Nacho, Bobis, Aníbal, Jani, Fidel, la mayoría nos veíamos a diario a la hora de la comida en Casa Benigno ( el gochu ) y cuando no, en el Mesón del Estudiante. Volviendo a Casa Pachu, particularmente los padres de Javier, me mostraron siempre mucho afecto y yo, a ellos. Tilina, acompañaba a mi madre cada mes a nuestro piso a darle un repaso general, las otras madres, hacían lo propio cuando les tocaba el turno. Pachu, compartía conmigo el mismo sentimiento por el Sporting.
En la foto, tomada en 1978, el que esta de pie es Javier -el fiu Pachu- Pachu está sentado a su derecha. El de la pipa es el cantautor Cesar Carmona, el 1º dcha. es Julio Arroyo, el siguiente es Tuñón Huerta y el de gafas el autor del artículo..
La "mili" nos apartó a todos de un plumazo. Y del primitivo bar, me encuentro que la farmacia cobijaba ahora la nueva sede de CASA PACHU. Una mesa de madera hacia de improvisada barra, con un cajón central que hacía las veces de "caja". Siempre abierta...cuantas veces oí decir a Pachu: " echa tu el dinero, no me hagas levantar, no ves que estoy jugando la partida". Era legendaria su pasmosa tranquilidad. Todo lo contrario a la nerviosa, inquieta y con genio de Tilina. Ahora, que escribo sobre ella, siempre me dio un consejo: "Cuqui, no te cases nunca. Pica, todas las que puedas..." A mí -continuaba- por que me engañó esti hombrón." Ya ves querida Tilina, te hice caso: vivo en singular.
Los sábados era tradicional comer de tapa las "criadillas rebozadas de toro", los huevos duros con pimienta era el otro complemento. Con los años aquellos dos bares con tanta solera dejaron paso a los nuevos tiempos. Pipo, se encargó de ponerlo a la vanguardia, sus viajes y su gusto personal hicieron de CASA PACHU un bar moderno. Las gaitas, las lámparas, la piedra desnuda, la barra y la chimenea modificaron su semblante. Hoy, es lo que vemos pero para los que nacimos en la mitad del siglo XX siempre nos acompañará en nuestra memoria aquellas barricas, pellejos y porrones. Pachu y Tilina, se nos fueron pero no del todo. Evocar con cariño aquel tiempo es hacerlos revivir.
Todo "chigre" que se aprecie tiene que tener su publico reconocimiento. Casa Pachu, en el año 1975 recibe el galardón de " Bar mas popular ", años mas tarde recibe el de la Hosteleria del Principado y hace un par de años (2011) el "Humanitario del Año".
Entre actividades propias, hace mas de veinte años se creó una Peña Gastronomica, el primogénito de la saga Carlos - el Arguiñano de la cocina allerana - sacó adelante la misma. Por CASA PACHU, desfilaron un elenco de personajes celebres, como: José Suarez -actor-, deportistas como Villa y Javi Villa, cantantes como Santi Caruya ( Los Mustang ) y Antonio de los Sirex (teloneros del 2º concierto de The Beatles en España). Politicos de la talla de Cascos y Gerardo Iglesias.
Ésta es mi particular visión de aquellos años mozos donde forjé unas amistades, que hoy después de tantos años perduran. La leyenda continua y desde hace unos años el viajero de Pipo, ha echado raíces en la capital y CASA PACHU puede presumir de tener una sucursal. Fiel a la tradición familiar, la barra brilla por su ausencia. El chigre que fundaron Pachu y Tilina vivirá eternamente en el recuerdo de todos nosotros. Una época maravillosa.