La dureza de la mina y la demagogia de los que dicen que los mineros cobran mucho

 

Tras el desastre minero acontecido ayer, me pregunté  por qué una vez más, por qué siempre es más de lo mismo.

Un minero del Pozo Santiago  , con amargura en la boca me decía:

“Tu vas a trabajar cada mañana, nosotros vamos a jugarnos la vida. Porque en un momento, sin darte cuenta estás en el otro lao”.

El grisú no avisa, es un zorro. Por supuesto que hay medidores de ese gas mortal, los gisómetros, para avisar si los niveles no son los adecuados. Pero a veces no es suficiente.

Cuando se pica el carbón el gas se va liberando poco a poco, si el nivel sube, saltan las alarmas y toda la maquinaria se paraliza ya que en contacto con el oxigeno es muy inflamable y cualquier chispa puede provocar una explosión como la ocurrida en el pozo Nicolasa que se llevó por delante a 17 mineros.

Los trabajadores llevan consigo siempre el auto rescatador a la cintura, una petaca que lleva un preparado químico que en contato con el anhídrido carbónico  expulsado por los pulmones produce oxígeno. Pero hay que ponérselo en pocos segundos porque el gas atonta la cabeza, pierdes los reflejos y entonces eres hombre muerto. Como les ocurrió a estos mineros.

Se puede  buscar y localizar las bolsas de gas que hay entre el carbón y hacer que se liberen poco a poco, pero a veces las desgracia ocurre, sin esperarlo.

Y lo que es verdaderamente duro de la mina. El viernes los compañeros tienen que bajar al pozo y pasar por donde ocurrió la tragedia, o lo que es peor trabajar al lado, pensando que en cualquier momento también les puede pasar a ellos.

Señores :

¿Realmente creen que los mineros cobran mucho?. Pues bajen un día al pozo y verán los que es trabajar en el infierno. Con un calor axfisiante, a veces con agua hasta la cintura, sin ver dos palmos delante, con cientos de metros de tierra y carbón encima de tu cabeza y esperando la muerte  a la vuelta de la esquina.



Dejar un comentario

captcha