El viento de las castañas

Estos días Asturias sufre con el viento de las castañas, ese viento que llega desde Galicia, que hace elevar inusualmente la temperatura y que, en opinión de los psiquiatras, hace que en algunos casos, principalmente en zonas rurales, la gente pierda la cabeza. En nuestra región hace tiempo que nuestros dirigentes la han perdido, pero ello no es óbice ni valladar para que la vida continué adelante. Esta semana es importante, como ocurre todos los octubre desde hace treinta años, para el Principado con una nueva edición de la entrega de los premios Príncipe de Asturias. Felipe de Borbón y Letizia Ortíz, ovetense de pura cepa, llegaran en la mañana de jueves para culminar los actos el sábado en Teverga con la entrega del título de Pueblo Ejemplar. Quizás la repetición y la poca novedad en los actos hace que estos hayan perdido en parte fuerza a base de ser repetitivos, además la Monarquía no pasa por sus mejores momentos pero en Asturias somos agradecidos y sabemos lo que supone de imagen para nuestra comunidad autónoma casi siempre gobernada por la izquierda oficial. Ya se que la Casa Real es clasista y solo se acerca al pueblo en actos oficiales. Hubiera sido un puntazo que los Príncipes de Asturias recibieran dentro de las audiencias a celebrar en el deteriorado hotel de La Reconquista a una comisión de trabajadores de Tenneco pero, ya se sabe, al capital local no le gusta tales gestos aunque se trata de una multinacional norteamericana.

La eléctrica portuguesa EDP que tiene soliviantados a sus trabajadores por no negociar el convenio colectivo coloca tres coches eléctricos a la Fundación Príncipe de Asturias para el transporte de los invitados. Otro puntazo sería que los Príncipes se trasladaran en ellos desde el hotel de la Reconquista al Teatro Campoamor pero hoy por hoy los Audi 8 son insustituibles. La directora de la Fundación Príncipe de Asturias Teresa Sanjurjo como si se tratase de una Mary Paz Pondal con 30 años se deja fotografiar en plan estrella ante los coches eléctricos en compañía del director de la Fundación EDP, el influyente Nicanor Fernández, que a estas alturas de la vida tiene tiene más pinta de George Clooney maduro que de relaciones públicas de provincia, canosa barba incluida. Teresa Sanjurjo que no se porqué me recuerda en lo físico a la alcaldesa de Gijón Carmen Moriyón, no es la líder que en su momento fue el anterior director de la Fundación Graciano García, a quien felicito tardíamente por haber cumplido el pasado 12 de octubre, fiesta de la Hispanidad, su 75 cumpleaños.

La directora de la Fundación Príncipe de Asturias es sorprende. No solo se ha cargado al asturiano Carlos Fuente, maestro de maestros, como encargado del protocolo sino que ha fichado para este acontecimiento al jefe de protocolo de la Diputación de Cádiz Antonio Sancho Pedreño. Debe ser un buen profesional, no cabe duda, ya que para no correr el riesgo de confundir a Javier Fernández con José Angel Fernández Villa se ha traído para el evento a un ayudante, el jefe de protocolo del ayuntamiento de Cádiz Antonio Guillén. Aunque no hablen bable ni conozcan a la fauna asturiana seguro que harán bien su trabajo.

Como digo, Teresa Sanjurjo me sorprende en ocasiones por sus inesperadas actuaciones. No se le ha ocurrido esta vez otra cosa que enviar una carta a los vecinos del entorno del hotel de La Reconquista, el Oviedín del alma, para pedirles disculpas por los trastornos que puedan sufrir con los actos, especialmente por la música de gaiteros y tamborileros además de los inevitables problemas de tráfico a los que se ofrece a resolver cual si fuera la jefe local de la Policía Municipal. Por si no fuera suficiente la buena de Teresa Sanjurjo en persona ha visitado todos y cada uno de los establecimientos comerciales de alrededor pidiéndoles también perdón por las molestias cuando los afectados estarían encantados que cada mes hubiera la entrega de unos premios como los que nos ocupan por el público que atraen y la imagen que ofrecen. Delicada ella dejó con la boca abierta al psicoesteta Ramiro Fernández cuando acudió a su peluquería en la calle de Arquitecta Reguera y le pidió perdón por no haberle invitado cuando el premio Príncipe de Asturias a “la roja” sabiendo que el allerano es el peluquero oficial de la selección nacional de fútbol. Se ve que aún no tenía a los gaditanos asesorándola en protocolo aunque ahora, además de perdón en persona, lo compensa invitando a Ramiro Fernández a primera fila al acto que el viernes tendrá lugar en el Teatro Campoamor. Blas Herrero, de envidia, es capaz de subirse hasta la platea principal. Ni les digo lo que hará Matías Rodríguez Inciarte.



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