Oviedo en el otoño

En esta tranquila y otoñal mañana he dado un distendido paseo por la ciudad. Por supuesto que debo dar unas cuantas indicaciones al concejal Benjamín Rodríguez Cabañas sobre calles con baldosas sueltas, principalmente peatonales o con circulación restringida que a la hora de la verdad no es tal. Me acerqué hasta La Florida para ver las calles que llevaran mi nombre y el de otros dos distinguidos colegas como son Orlando Sanz y el añorado José Vélez. Por lo menos están asfaltadas a la espera de que en sus solares se comience a construir edificios el año en que se supere la crisis, no tan cercana, por supuesto, como Mariano Rajoy cree. Oviedo es una capital tranquila que solo necesita, como Asturias en general, de una promoción a fondo en principio frenada por los problemas surgidos con el palacio de congresos diseñado por Santiago Calatrava. Fijándonos en el espectacular edificio, que lo es, se da uno cuenta de lo poco operativo que resulta, con una rampa para subir o bajar al salón principal que a los que ya pasamos de los 60 nos quita el resuello. El centro comercial, angosto, no ha tenido éxito ni desde su inauguración y sí, hay que dar más que un notable al parking y también al hotel Ayre, muy vanguardista, que registra una escasa ocupación afectado por la agonía del propio palacio de congresos.

Siempre dije, aunque nadie me hizo caso, menos Gabino de Lorenzo, que la planificación del nuevo Oviedo no estuvo bien. Me explico. El estadio Carlos Tartiere debió quedarse donde estaba, no molestaba a nadie y menos a la iglesia parroquial que hay en Buenavista, mientras el palacio de congresos que evidentemente era una de las principales necesidades de este nuevo Oviedo hubiera ocupado perfectamente la parcela del actual Carlos Tartiere en La Ería. ¿Y que decirles del nuevo hospital general?. Con unos accesos más que dudosos va a ponerse en marcha dentro de unos meses en terrenos de la antigua Cadillada. Si yo hubiera sido alcalde, los ovetenses no lo quieran, lo habría llevado a los hoy olvidados, pero muy bien urbanizados, terrenos de la antigua factoría de Explosivos en La Manjoya, con accesos por carretera y ferrocarril, en el extraradio de la ciudad, como hizo hace ya más de 25 años, por ejemplo, el Centro Médico. Pero no, hipotéticas especulaciones, falta de visión o lo que sea, han conducido nuestra ciudad a un apelotonamiento de servicios en el casco urbano que pueden terminar haciendo la vida incómoda a residentes y visitantes.

Son muchas las asignaturas pendientes que tiene este joven alcalde, Agustín Iglesias Caunedo, pero veterano en la corporación en la que lleva más de 20 años. Como es persona sensata no quiere empezar la casa por el tejado en su primer mandato en el que además no goza de mayoría absoluta, pero la lista de necesidades es amplia: El futuro de los terrenos de la antigua fábrica de armas de La Vega sobre los que Defensa no ha dicho aún esta boca es mía, el futuro de los terrenos de El Cristo liberados por el cierre de las antiguas instalaciones sanitarias a las que habría que unir el de la obsoleta plaza de toros y el también viejo cuartel de la Policía Nacional, la ordenación del monte Naranco con un pre rrománico admirado por todos menos por los de casa que lo tienen abandonado y algunos temas más que resultarían prolijos de reseñar en este comentario.

Si me ha parecido bien, por cierto, el impulso que el alcalde quiere dar, y está dando, al cuerpo de bomberos al que se le ha devuelto las competencias en vigilar y actuar en edificios con riesgo para el ciudadano además de un firme compromiso de la primera autoridad municipal  para ir poco a poco rejuveneciendo la plantilla. Oviedo cuenta en estos momentos con 78 bomberos con una edad media de 49 años. Hace unos días precisamente el ayuntamiento adjudicó en 65.000 euros a García Rodríguez Hermanos la construcción de una cocina en el cuartel del bomberos. Por lo menos el próximo año podrán comer en su cuartel un buen desarme.



Dejar un comentario

captcha