El hombre pudo haber sido cristiano copto en las planicies de Eritrea, pero a cuenta de guerras nómadas, la hambruna y la sed, terminó convertido en un fiel seguidor del Profeta Mahoma.
Ignoro de qué subsiste. Siempre lleva entre las manos una roída agenda garabateada con nombres y fechas, escrita en un complicado alfabeto árabe. Ese dietario es su mundo secreto. Ni en uno solo de nuestros encuentros, lo hallé sin ese breviario.
“Salud, cristiano”, dice Alí. – nombre más fáciles de pronunciar que el suyo verdadero: Ibn Al Jalili -.
“Alá te bendiga, medio hermano”, le respondo.
- No hay duda, comenta, el Islam sigue siendo la gran religión, mientras la tuya es meramente nominal.
- Escucha, le digo: el Corán, más que la Biblia, está inclinado al determinismo: Dios decide y el hombre acepta. Además el Islam significa sumisión. Los musulmanes en su gran mayoría miran el mundo con recóndito odio. Acusan a occidente de cada uno de sus males, y ahí se hallan las raíces de ese terrorismo creciente.
Alí aposta cara de asombro: “¡Eso es quimérico!”
- Calma. En el Corán comer el fruto del bien y del mal fue sólo infringir una ley. Dios castigó a Adán y todo terminó allí. No hay ningún pecado original y ninguna adquisición del poder de distinguir lo bueno de lo malo, aunque muchos dirán que esto es libre albedrío.
- Debo decirte viejo cristiano, que de este último concepto proviene la idea de la responsabilidad individual.
-Te conozco y ya sé hacia donde vas; ahora vas a decirme que los católicos somos acérrimos intolerantes. Mira: para llegar a la democracia, el Islam necesita una especie de Reforma, un Martín Lutero. ¿Piensas que puede hacerlo con ese atajo de violentos y fanáticos de Al Qaeda o los Hermanos Musulmanes?
- Occidente – arguye - guarda en sus retinas una imagen distorsionada no ajustada a la realidad. Hay determinadas sectas que se pueden acercar a esos calificativos, no obstante en ningún caso podemos generalizar. Millones de musulmanes rechazamos el terrorismo y nos duele la sangre de inocentes derramada.
Y acentúa con énfasis: “Los fundamentalistas desean volver a las antiguas fuentes de la fe, cuando ésta era clara, directa y basada en la tradición. Depurar las escorias y deformaciones resultantes de siglos de pobreza, atraso económico y dominación extranjera.
Sigo aguijoneando: En el libro “Por qué no soy musulmán” se dice: “Alá impuso a todos los mahometanos el deber de combatir a los no creyentes hasta que la ley humana acabe bajo el poder del Corán”
- Si a libros vamos, te recuerdo “Historia criminal del cristianismo”. Esas páginas saben a muerte. En ella vuestros pontífices parecen guerreros perturbados y no hombres de Dios.
- Ignoro a donde deseas llegar.
- No importa, las cosas cambian rápido. Otra tarde, si tercia, seguimos.
Alí asume la virtud de la paciencia. Estamos sentados en la terraza del hotel Balima - frente al Parlamento - en Rabat. Continúa bebiendo su té marroquí mientras contempla a una joven hermosa igual a una hurí del Paraíso, ella quizás sea una de las siete prometidas del Profeta a los buenos musulmanes muertos en defender su fe.