Reza un conocido y certero refrán catalán: “A los viejos y a los niños no les prometas lo que no les des”. Pues eso: no hay mayor error que fomentar una ilusión que no puede convertirse en realidad. Imaginación y audacia para alcanzar grandes objetivos –como el sueño de Martin Luther King que era una exigencia ética- sí, porque son sueños alcanzables, aunque hasta ahora hayan sido inalcanzables. Pero es insensato, en cambio, fomentar desencantos anunciados.