Los sirios somos así, traidores por naturaleza y no sabemos lo que es el patriotismo. Tenemos un presidente más bueno que el pan, pero nosotros queremos que Occidente y EEUU nos ataquen. Lo primero fue matar a Hariri: lo matamos nosotros –el pueblo sirio traidor-, pero acusamos a nuestro presidente luchador, por si los colonialistas entraban en Siria y golpeaban nuestra infra y superestructuras. Pero no salió bien.
Después decidimos imitar a los pueblos árabes patriotas que hicieron revoluciones contra los regímenes agentes de Occidente. Empezamos en Daraa y dejamos que unos niños escribieran unas palabras en las paredes. Después los detuvimos y les arrancamos las uñas. Matamos a uno de ellos y el colonialismo no quiso entrar a ocuparnos. Después agrandamos las manifestaciones y nos disparamos a nosotros mismos, nos detuvimos, nos torturamos en los centros de detención y morimos bajo tortura. Pero el colonialismo no vino a ocuparnos. Después pensamos que era posible que si asaltábamos nuestras ciudades y aldeas con tanques, si perpetrábamos masacres contra nosotros mismos, y si robábamos nuestras casas, vendría el colonialismo a ocuparnos. Pero tampoco.
Dijimos: no nos quedan más que los aviones para bombardearnos y destruir nuestras casas, para tener que exiliarnos y refugiarnos como se esconden las criaturas traidoras. Tampoco sirvió para que viniera el colonialismo a atacarnos e invadirnos. Dijimos entonces: solo nos quedan los SCUD. Nos bombardeamos con ellos, morimos muchos para que la historia cobre importancia y entonces el colonialismo occidental vendrá a ocuparnos. Tampoco surtió efecto. Entonces pensamos que tal vez si abríamos nuestras fronteras y entraban miembros takfiríes de Al-Qaeda y nos montaban un Afganistán (porque como bien sabe mi hermano patriota, los sirios somos de siempre partidarios de Al-Qaeda), quizá así el Occidente colonial temería por su integridad y vendría a ocuparnos. El resultado tampoco fue satisfactorio.
Finalmente, no nos quedaron más que las armas químicas. Debíamos beber cada mañana en ayunas un vaso de agentes químicos y otro antes de dormir, muriendo al instante con nuestros hijos. ¿No eran las armas químicas la línea roja que el Occidente colonial nos puso y nos prohibió usarlas contra nosotros mismos? Por fin, surtió efecto y el Occidente colonial tras usar armas químicas para matarnos a nosotros mismos –nosotros, el pueblo sirio traidor-, decidió ocuparnos o atacar nuestras infra y superestructuras.
He olvidado una casa, querido hermano panarabista, instruido y consciente: todo este tiempo pasado, nuestro presidente –que es más bueno que el pan- nos trata como hijos y cada vez que estropeamos algo nos perdona rápidamente, y lo arregla, antes que se dé cuenta el Occidente colonial, sobre todo cuando comenzamos a destrozar el tejido nacional… No el tejido del ganado, sino el humano… Nuestro presidente se muere por el tejido nacional. Cada día se sentaba a recoger lo que nosotros habíamos roto de ese tejido nacional para hacer con él una sociedad siria como él soñaba. Pero nosotros insistíamos en destrozar los sueños de nuestro adorable presidente, que es más bueno que el pan, porque habíamos decidido que viniera el colonialismo occidental a atacarnos y ocuparnos. Nosotros, que somos el pueblo sirio traidor, agente del imperialismo, takfirí y yihadista. ¿Me explico, hermano panarabista, de izquierdas e ilustrado?