'La hoja roja'

 

Una de las mejores novelas de Miguel Delibes y de la narrativa española de la segunda mitad del s.XX lleva el sugerente título de “La hoja roja”, donde el adjetivo “roja” ofrece al lector muchas connotaciones, ya sea sangre, guerra, pasión, tragedia, España…En este caso concreto la novela toma nombre de unas palabras que el protagonista, Don Eloy Muñoz, de 70 años, jubilado recientemente del Ayuntamiento, dirige a su criada y también coprotagonista de la trama, la Desi, y que no son otras que “tendrás estorbo por poco tiempo, hija. A mi me ha salido ya la hoja roja en el librillo de papel de fumar”. Nunca con más acierto digo Azorín aquello de que  “La Literatura está en el adjetivo”.

 

El contenido de esta novela publicada en 1.959 y con mucha carga autobiográfico – la Crítica dice que Delibes se centró en la figura de su padre para describirnos la vida de Don Eloy, un jubilado-, es muy oportuno para los tiempos que vivimos, donde a pesar la alarma provocada recientemente al  conocer que la esperanza de vida en España baja por primera vez (los hombres viven una media de 79,01 años y las mujeres 84,72 años) ¿quizás consecuencia de los recortes, del nerviosismo? somos mayoría las personas que superamos ya los 45 años. En esta novela se habla de vejez, soledad, de ilusión de vivir, y todo esto se transmite  reflejando una vida muy monótona, repetitiva, donde la ilusión, lo imprevisto, lo nuevo no tiene cabida, y sólo de vez en cuando aparece impregnado de melancolía la añoranza , el recuerdo, el acordarse que una vez fue joven, tuvo proyectos, aspiraciones.

 

Algo de esta apatía, de esta ataraxia que recuerda la mítica Alcolea de Baroja, está sufriendo la sociedad española y con más intensidad en nuestra envejecida Asturias, a la que unos y otros han permitido y convertido en geriátrico, en antesala de la muerte, y digo todo esto por la falta de ilusión colectiva, por la ausencia de un proyecto que motive, por la desgana generalizada, y basta para ello observar que siempre ocurren las mismas cosas, las mismas noticias, de ahí que baje la venta de periódicos, pues leer las mismas noticias uno verano tras otro tiene que agotar,   incluso da la impresión que ya nada nos conmueve, que somos insensibles a todo , parece que nuestra única preocupación es subsistir hasta que llegué la hoja roja del librito, y lo más grave es que en esta etapa vegetativa de mera subsistencia todo vale, todo se permite.

 

¿Quién o quiénes son los responsables de este colapso colectivo? ¿Qué se hizo o dónde están los intelectuales u hombres del pensamiento que no han dado la voz de alarma?¿Qué fue de la cacareada “regeneración”?¿Por qué se ha llegado a este estado comatoso donde hasta instituciones tan arraigadas en la vida astur como nuestra Universidad tiene el futuro bloqueado? Lo cierto es que la crisis  expulsa a nuestros jóvenes de casa, donde la cifra de los que se van llega al 41%, con el agravante que antes se iban a Madrid, la época de la leyenda urbana, ahora ya  ni eso. El otro día una madre compungida me decía que si su hijo se quedará en Madrid o alrededores es como si estuviera en casa, ya no me sorprende que los asturianos tengamos el ¿honroso? título de ser los españoles que más usamos el celular…Mientras tanto ninguna universidad española está entre las 200 mejores del mundo, Gibraltar está en el mismo sitio y con los mismos problemas, la Feria de Muestras incrementa el número de visitantes, pero se  reduce el consumo, y Feleches, parroquia sierense cuya existencia ya consta en las disposiciones testamentarias del rey Ordoño II, del año 921, figura, desde hace unos días como tal, en los indicadores de Tráfico , véase “Acueducto de Feleches” ¡Enhorabuena, nunca es tarde, si la dicha es buena!

 

 

 

                                           



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