Se pregunta en "El País" del 16/08/13 el ilustre periodista Guillermo Altares. Habla de Egipto, Siria, Libia, Bahrein, Yemen, Túnez... "Han fallado muchas cosas", escribe y cuenta la preparación de los partidos islamistas, mayor de la prevista. Y, en algunos países, el persistente poder militar... "Y también que los golpes de Estado son lo que son y siempre acaban desatando la violencia y la represión por mucho que Occidente intente mirar a otro lado".
Esto es, sobre todo, lo que ha fallado: un sistema que, cuando todo clamaba paz al acercarse el fin de la "guerra fría", sustituyó las Naciones Unidas por grupos oligárquicos, y los principios democráticos y los derechos humanos por las leyes del mercado.
Y luego, mirando hacia otro lado, ha invadido Irak basado en la mentira; ha sentenciado a a una muerte abominable al presidente Gadaffi -¡qué triste una vez más el papel de la OTAN!-; no ha logrado una interposición efectiva en Siria porque la discrecionalidad con que actúan los plutócratas no lo ha permitido -algunos dudan, otros a favor, China en Rusia en contra de cualquier intervención -; y, en Egipto, más de lo mismo, los que tiraron la piedra han escondido la mano... con centenares de víctimas y ningún atisbo de regulación y concertación...
Está claro. Lo que ha fallado en la "primavera árabe" es lo mismo que ha fallado en el resto del mundo: la inexistencia de instituciones multilaterales dotadas de la autoridad moral y efectiva apropiada, y la carencia de une principios universales cuya ausencia, reza el preámbulo de la Constitución de la UNESCO, llevó al enfrentamiento bélico, a la animadversión, a la incomprensión.
"Es de necio confundir valor y precio" resumió en un verso Don Antonio Machado. Han sido necios. Corresponde ahora al inmenso poder ciudadano, presencial y virtual, reponer los valores y refundar unas Naciones Unidas capaces de intervenir eficazmente para que las "primaveras" puedan, en todo el mundo, conducir al cambio de época que la Humanidad -"liberada ya del miedo"- merece.