Un pesimista positivo

Pasadas la fiestas de Begoña la folixia se traslada a otros lugares de Asturias, camino de aterrizar en Oviedo a partir de las primeras fechas de septiembre. Así el próximo domingo Cabrales será de nuevo escenario del festival de su afamado queso del que en el pasado año tuve el honor de ser pregonero. Ese mismo día se celebrará en la localidad tinetense de Navelgas una nueva edición del Día de los Pueblos de Asturias que en esta ocasión estará dedicado a Luanco. Precisamente hace 33 años se celebró el primer Día en honor precisamente de Candás. Es una fiesta de hermandad, solidaria y anárquica, creada en 1980 por el pintor tinetense Manuel García Linares, uno de los asturianos más peculiares que he tenido el honor de conocer a lo largo de mi ya dilatada vida periodística y a quien siempre le califico como un pesimista positivo porque su inmenso amor a su tierra y a Asturias en general le hace mostrarse supercrítico con los dirigentes y ciudadanos investidos de caciques que en su opinión están llevando a nuestra comunidad a la ruina.

Si Manuel García Linares no tuviera un espíritu tan fuertemente independiente se hubiera arrimado a algún partido político y hoy, por lo menos, sería alcalde de Tineo. Ya cuando Francisco Alvarez-Cascos alcanzó la presidencia del Principado un grupo de influyentes intentamos que le nombrará director regional de Cultura pero el general secretario prefirió nombrar a una mediocre tinetense consejera de Fomento para que el comunicólogo Juan Vega pudiera lucirse desde la sombra e  iniciar una carrera política que ya veremos a donde le lleva. Creo que el destino de Manuel García Linares, un digno sucesor de Urculo, por ejemplo, quedó fijado un buen día en París cuando saludó a Picasso. Desde entonces no ha vuelto a lavarse jamas su mano derecha que es la que tocó la del genio malagueño.

En 1980 a Manolo García Linares se le ocurrió la brillante idea de crear el último domingo de agosto el Día de los Pueblos de Asturias, iniciativa que inmediatamente contó con la colaboración de otros asturiano singular, el felguerino Rufino Roces. A partir de ahí arrancó todo y el próximo domingo el “chosco de oro” será entregado a Alfredo Canteli, presidente del Centro Asturiano de Oviedo, y el “arándano de plata” será para el Cuarteto Torner que, creo no equivocarme, en octubre cumple su 25 aniversario, nuevo disco incluído. La buena gestión de Alfredo Canteli al frente del Centro Asturiano de Oviedo hace que un día sí y otro también sea objetivo de homenajes y distinciones. Así, el día 13 de septiembre en Torremolinos el presidente del Centro Asturiano de Málaga Florentino Martínez Roces le impondrá el escudo de oro de dicho centro en un acto que se celebrará en el centro cultural Pablo Picasso de Torremolinos con pregón a cargo del psicoesteta de la selección española de fútbol Ramiro Fernández. Como en esta ocasión el Centro Asturiano de Málaga homenajeará también la memoria de Bernardino Díaz, presidente que fue del Centro Asturiano de Ginebra, fallecido hace un tiempo, el Gobierno del Principado estará representado por Graciano Torre, consejero de Economía, Turismo y Comercio, estando también prevista la presencia del alcalde de Laviana Adrian Barbón, una de las más jóvenes e interesantes promesas del socialismo asturiano.

Para esta ocasión el pregonero de las fiestas del Centro Asturiano de Oviedo será el padre Angel García, de Mensajeros de la Paz, un fenómeno de la solidaridad humana del que me gustaría tuviera una estatua, a ser posible en su villa natal, Mieres, en vida, que los asturianos somos muy dados a homenajear a nuestros héroes pero cuando ya están muertos.

Por tanto, a bote pronto, iremos el domingo a Navelgas, no para batear en busca de oro, que también, sino para disfrutar del Día de los Pueblos de Asturias, y que mejor aprovechar las buenas viandas gastronómicas que habrá, seguro, regadas con sidra o con vino de pepeyo. Insisto, todo en un ambiente espontáneo y anárquico en donde se puede contemplar una mallada de trigo a la vieja usanza en medio de una alegre convivencia. ¡Viva la folixia bien entendida!.



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