"Contemplata aliis tradere"

Después de cuarenta años predicando homilías y de escuchar tantísimas a lo largo de mi vida, puedo decir que no es nada fácil hablar bien en público. Los mismos que critican a los curas de sus homilías, las pasarían muy negras si estuvieran en su lugar todos los domingos.  Por otro lado, hay que reconocer que los fieles tienen derecho a que las homilías les alimenten la vida y el alma. Por eso sería un terrible error no preparar los diez minutos de homilía de los domingos.

De Santo Domingo, fundador de la Orden de Predicadores, se dice que siempre "hablaba con Dios o de Dios". Por eso los dominicos sintetizan la predicación cristiana en tres palabras: "Contemplata aliis tradere". Contemplad lo que vais a predicar a los demás. La oración del predicador ayuda a superar los floripondios literarios a lo fray Gerundio de Campazas, y a hablar a la gente con esa "humili cordis inteligencia", que calienta el alma del que escucha, y alivia el sufrimiento del corazón humano.

Abandonar la misa del domingo porque un cura predica mal, sería como negarse a ir al médico porque éste fuera poco simpático o no tuviera facilidad de palabra. A los curas se nos pide que no seamos cansinos, farragosos, y que intentemos  "seducir" con sencillez, claridad y brevedad al oyente, como lo hacía Cristo, para que la homilía dominical no se convierta en un vaso de ricino.



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