Lo más urgente de lo mucho que hay urgente es rebajar el paro, por lo menos en un ochenta por ciento y dejarlo en alrededor de un millón de personas, de las que algunas rechazarían un puesto de trabajo y muchas un puesto de trabajo que no coincidiera con el que desean.
Esto se puede tratar de conseguir y creo que con bastante éxito, si los ayuntamientos colaboran y lo hacen los sindicatos.
Los ayuntamientos tienen que gestionar y facilitar el establecimiento en el territorio de su jurisdicción de factorías de empresas multinacionales o grandes nacionales, dándoles todas las facilidades legalmente posibles. Atentos sin embargo a evitar que se aprovechen truchimanes de la oferta y de sus ventajas.
Los sindicatos tienen que flexibilizar y abaratar el despido y tolerar las remuneraciones proporcionales a la productividad.
Un tercer esfuerzo es el que deberían hacer las empresas medianas y pequeñas, intentando limar, cuando existan, las abismales diferencias salariales de su personal de alta y baja condición.
Tiene que desaparecer el impuesto de sucesiones y donaciones y es de la mayor conveniencia rebajar IVA e impuesto de sociedades, por lo menos para las PYMES.
La ley de paridad no parece inspirada por el sentido común. A lo mejor, en cualquier momento dado, optan a puesto de trabajo sólo mujeres aptas o sólo hombres aptos y me parece evidente que no será perjudicial ni para la empresa ni para el común que se contrate, hombrees o mujeres en mayoría o en exclusiva, a los más aptos de aquellos que se presenten.