El terrible accidente del tren ALVIA a la entrada de Santiago de Compostela me coge a unos pocos kilómetros, en Portonovo. Cuando escribo estas línéas son ya 79 las personas fallecidas y más de cien heridos y todo ocurrió ayer tarde, en vísperas de la fiesta de Galícia, con una capital, Santiago de Compostela, que se encontraba engalanada para recibir a miles de visitantes. La Xunta ha decretado siete días de luto oficial y el presidente de la nación Mariano Rajoy, que además es gallego, así como la ministra de Fomento Ana Pastor, que también lo es, estan ya visitando el lugar del accidente.
A mi la noticia me llegó al celular por internet cuando me encontraba en casa de Juan Telmo, un trabajador jubilado que ahora cultiva buena vid para preparar mejor alvariño y que primero estuvo un montón de años en Caborana como minero en el Pozo Santiago y luego se metió a marino mercante, recorriendo el mundo entero antes de recalar en Portonovo, que es su tierra. La verdad es que no sabe decirme cual de los dos trabajos que tuvo, la mina o el mar, fue el más duro, aunque ir en un pequeño mercante de carga le permitía mirar al cielo por muchos nubarronos que éste presentase en el terrible Cabo de Hornos. Ahora uno de sus hijos es el patrón de uno de los barcos que a diario une Sanxenxo y Portonovo con la Isla de ONS, parque natural del Atlántico, y que en esta época es visitada por cientos de turistas, especialmente jóvenes. El paisaje merece la pena y la isla está muy cuidada con un pequeño faro en lo alto desde el que se divisa hasta el Finisterre.
Pero vuelvo a la tragedia que hoy nos ocupa. Por lo visto, así lo recogen los medios de comunicación, el ALVIA circulaba en la curva fatídica a 190 kilómetros en vez de los 80 que estaba señalado. Así lo ha reconocido el maquinista que iba a los mandos. Además, como esta línea de alta velocidad entre Orense y Santiago es nueva en los últimos cuatro kilómetros aún no se ha instalado el sistema RTMS que hubiera impedido que el tren cogiera semejante velocidad. ¿Por qué el ALVIA salió del túnel, en una recta, y cogió la curva a 190 kilómetros a poco menos de cuatro kilómetros de la estación de Santiago?. Los técnicos en su momento darán el dictámen aunque desgraciadamente no devolverá la vida a los 79 ciudadanos.
No se de normas ferroviarias -fue un gran experto en su momento mi buen compañero José Antonio Cepeda, así como su hermano, Luis Alberto, grandes periodistas fallecidos hace unos años- pero pienso que no estaría de más, como ocurre en los aviones, que no fuera a los mandos un solo maquinista si no dos como los responsables de estos convoyes. El ALVIA era nuevo y estaba revisado del mismo día y la línea de alta velocidad también aunque le falta, como digo, instalar un trozo de RTMS. Galicia, España, están hoy de luto. Lamentablemente esta festividad de Santiago será largamente recordada por la tragedia y el dolor de muchas familias. Eso sí, la solidaridad de los gallegos, empezando por los vecinos donde ocurrió el descarrilamiento, ha sido ejemplar. Recemos por los muertos y porque los heridos se recuperen