Chantaje a la democracia

Se está demostrando que treinta años son muy pocos para que, después de décadas de dictadura, podamos dar por consolidada nuestra democracia. Al menos nuestra democracia si la comparamos a la de otros países de nuestro entorno occidental y con más años de práctica política con las urnas como punto de partida.
Pero, si precisamente las urnas son el inicio, significa que después de ellas hay un trayecto a recorrer; hay un camino, y ese camino es en donde se ve el nivel de aceptación y respeto de las normas legales, constitucionales y democráticas, y la aplicación y el uso que se da a las mismas.
En ningún país europeo, de los que nos pueden servir como ejemplo a seguir, su presidente o primer ministro, estando bajo los focos de una mínima sospecha que pudiera suponer haber vulnerado la ley, se permitiría -ni se lo permitiría la sociedad- justificar que acabará una legislatura porque los votantes (las urnas) así se lo piden.
Las urnas son indispensables, la democracia es indispensable, pero siempre usadas para el bien común de los pueblos, nunca para usarlas de parapeto particular o de Partido. En ese caso supondrá un chantaje a la propia democracia y no se puede permitir.



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