Cuando recibí la gentil invitación de escribir unas líneas para ASETRA con motivo de San Cristóbal, al principio pensé que poco o nada tenía que escribir, puesto que las cosas seguían más o menos igual de difíciles –sin entrar en detalles, como dice un conocido mío—que el año anterior, y el anterior.
Pero, ¡ca! Cuando me puse a otear el panorama, como los perritos de las praderas, me dí cuenta de que la situación aún era susceptible de empeorar.
Empecé a repasar, en efecto, y a sumar. Que si la subida de los combustibles, que si las subidas en el IVA, que si las subidas en los impuestos, que si la baja –obligada por la feroz competencia, cuando no por la necesidad—en las tarifas, que si la parálisis de la Obra Pública, por lo menos en Asturias, que “otros”, y no miro muy lejos, están recibiendo yo creo que más millones de leuros que antes para trenes, puertos, carreteras, aeropuertos… Total, que el sumatorio, bueno no, el “restatorio” dejaba un saldo totalmente desfavorable al sufrido transportista.
“Aquí no cabe arañar un céntimo más”, me decía yo ingenuamente. Pues nada, que sí, que todavía puede caer otra piedra en la espalda del camionero. Y es que hace unos días leo que en Santander, el presidente de Abertis defiende la implantación en España de la euroviñeta para gravar a los vehículos pesados que circulen por las autopistas españolas.
El presidente de Abertis argumentó que con esta tasa el Estado ganaría 1.700 millones de euros, de los que se podrían destinar 1.000 millones para la reestructuración del sector (cosa que luego nunca hacen los gobiernos, que enseguida encuentran mejor destino para la pasta Gallo, digo la pasta fresca). Incluso, ha añadido, se podría extender a vehículos ligeros lo que se traduciría en ingresos para el Estado de 4.400 millones de euros anuales hasta 2017. ¡Muchas gracias, tú!
Y es que vuelvo a pensar en los transportistas asturianos, que aunque nunca les cayeron las pistolas por viajar aunque sea al fin del mundo si hay una carga que llevar, en el interior lo tienen jodido, y perdonen la expresión, con una acería en franca retirada, una regasificadora prohibida por el Gobierno Central para defender la gallega, una Variante que no varía nada porque está muertiparada hace meses, una autovía del Cantábrico que yo ví empezar hace un siglo, quiero decir en el pasado siglo hace ya más de media vida mía, que ya está cerca de los sesenta y una minería a la que le acaba de asestar el golpe matarile el señor ministro de Industria. Así que ni madera pa hastiales se transporta ya.
Fíjense ahora: A pagar para salir por el Huerna, y luego a pagar por toda España. Y luego a seguir pagando por toda Europa. Y luego a pagar para ir al cielo, que es la tasa que falta por poner.
Así que, ¿saben qué les digo? Una nueva campaña: el camión en dación. Pero no uno, ni dos. Cientos de camiones, miles de camiones, a la puerta de la Moncloa, o de los bancos, y sin llaves, que el llaveru suele llevar algo íntimo, así que nos quedamos con él. Y ¡hala! Que se cobren de ahí los impuestos, las tasas, los intereses y lo que quieran. Así comprobarán lo que cuesta sacar algo de un camión de transporte. Muchas horas, mucho agotamiento, mucha ilusión, mucho sacrificio…y pocos resultados.
Repita conmigo: ¡El camión en dación!
¡Ah! Y feliz San Cristóbal