“Catalonia is not Spain”, “Adeu Espanya”, y otros textos similares, figuran en las pancartas habituales que se exhiben en numerosos eventos que se celebran en Cataluña . A muchos españoles no catalanes, y a catalanes no separatistas, tales declaraciones ya no sorprenden e incluso irritan menos, porque empieza a extenderse la impresión de que independentismo catalán está ganando la partida y que son cada vez más limitadas las posibilidades de reconducción del soberanismo.
Esta misma semana el Parlamento catalán aprobaba la hoja de ruta que Artur Más ha pactado con ERC, que incluye la petición formal al Presidente del Gobierno de la autorización para convocar la consulta sobre el derecho a decidir de los ciudadanos catalanes. Puro disfraz de un referendum inconstitucional.
La arrogancia del Presidente de la Generalitat no tiene límites. Según sus propias declaraciones, un llamado Consejo Asesor para la Transición Nacional , de Cataluña, ha preparado ya las conclusiones para iniciar la construcción del nuevo Estado, República de Catalunya, que se irá desarrollando a partir de las estructuras que han sido creadas por la Generalidat, aprovechando el Estatuto y superándolo ampliamente.
Mientras en Madrid se frivolizaba sobre las reclamaciones de los nacionalistas catalanes, entendiéndolas como un repetido proceso de obtener mayores recursos, CIU, junto a su radical socio ERC, se preparaban instrumentalmente para lanzar su órdago desafiante y reafirmar su presencia en todos los sectores de la sociedad civil catalana, incluso emocionalmente, que han dado amplio soporte a las pretensiones soberanistas.
La constante campaña desarrollada desde medios públicos y privados, subvencionados generosamente, repitiendo aquello de que “España nos roba” y de que el castellano es un idioma impuesto y extranjero, ha ganado un espacio impensable hace años. Todo hace creer que ha medida que pasa el tiempo, y sin reacciones que desmonten tales barbaridades, el independentismo catalán seguirá creciendo y contaminando a otras regiones y autonomías.
La locura de Artur Más, las ambigüedades de Duran i Lleida, la falta de una adecuada “política catalana” del PP y del PSOE, van a desembocar en un serio problema del que los únicos beneficiarios serán las fuerzas más radicales.
Si como es lógico , el Presidente del Gobierno responde con un rotundo no a la petición de la Generalitat, las reacciones pueden ir desde la llamada a la algarada, invocar la desobediencia civil, el agravio al pueblo catalán, denunciar a España en foros internacionales y también convocar elecciones anticipadas. En este escenario las últimas encuestas dan mayoría a ERC ,lo cual permitiría a Orio Junqueras , así lo ha anunciado, declarar unilateralmente la independencia y el gran conflicto estallaría sin que se puedan determinar las consecuencias para todos.
El drama político, económico e identitario catalán cada día se hace más complejo y la ciudadanía en general y los unionistas catalanes, se preguntan por el quietismo del Gobierno y de las fuerzas sociales de carácter nacional. Igualmente de lamentable son los silencios y las traiciones de amplios sectores en el ámbito cultural, empresarial e intelectual.
La Generalitat acaba de subvencionar con 64 millones de euros a más de cincuenta entidades, incluyendo a UGT y CCOO, que han suscrito el Pacto para el derecho a decidir y va a crear un registro de fidelidades a las políticas separatistas.
Frente a todo esto no aparecen respuestas responsables. Tal podría suponerse que se está preparando a la opinión publica para que , resignadamente , diga :”Adios Cataluña”.
Algunos, y no solamente Albert Boadella, ya lo han hecho.