Siria, Yemen… ya están fuera del alcance de los grupos plutocráticos que decidieron atacar a Libia por unas razones que ahora parecen no contar en su caso.
Tampoco son eficaces las Naciones Unidas actuales, utilizadas esporádicamente, según convenga, por los mismos Estados que las han marginado y debilitado durante años.
Es urgente –lo he escrito en múltiples ocasiones- “refundar” unas Naciones Unidas unidas con representación ponderada en la Asamblea General (50% de Estados; 25% de instituciones; 25% sociedad civil) y en los Consejos de Seguridad (conflictos y catástrofes); de Seguridad Sanitaria y Medio Ambiental; y de Seguridad Socio Económica.
Pero todavía es más apremiante, en tanto se convoca resueltamente una Asamblea General Extraordinaria y Constituyente, reunirse todos los países y conferir unánimemente a las Naciones Unidas el papel de interlocutor único, para apoyar y resolver debidamente las actuales situaciones conflictivas, que no se solucionarán por la fuerza.
En consecuencia procede:
a) Parar la guerra.
b) Acuerdo urgente de todos los países confiriendo a las Naciones Unidas autoridad para actuar como interlocutor único tanto en Libia como en Siria y en Yemen.
c) Facilitar con la urgencia requerida la convocatoria y reunión de la Asamblea General arriba indicada.