Los que nunca son noticia

Los lectores de mi columna saben que aquí nunca se van a encontrar con historias de “ilustres” políticos, banqueros, cantantes, deportistas, todos ellos importantes en ese baremo que es el "famoseo", donde el mérito no va nunca con su pareja. En mi recuadro me gusta buscar y encontrar a toda esa buena gente que están sosteniendo el país y haciendo vividero el barrio.

 

 

Esta noche, por ejemplo, Nacho, mi amigo, no ha podido pegar ojo: una hermana con una enfermedad grave lo ha pasado fatal porque estaba recién operada. Y allí estaba Nacho atendiéndola, calmándola, haciendo pequeños servicios.

Y mi amigo el relojero, Antonio, se levantó esta mañana y, a pesar del dolor de gota en una pierna, abrió la relojería como todos los días, porque tal como están las cosas, no se puede jugar con el pan de cada día. Y José Ramón, el del kiosko, con el lumbago en la espalda, abrió como todos los días a las seis de la mañana para atender a los clientes del barrio. Y que sigue ahí, cargando y descargando material con una sonrisa. ¿No podría ser José Ramón hoy “la figura” del día?. Y podría seguir hablando de Amalia y su hija, Manolo Arregui, Armando...y tanta buena gente del barrio.  

 

 

Bien, hoy es que san Antonio, un santo corriente, yo quisiera hablar de los santos corrientes que “no son noticia”. Ya estamos cansados de las historias de los famosos corruptos en letra impresa. Y que nadie cuente el heroísmo de los que, cada mañana, se levantan y van al trabajo.



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