Atracos cruzados

Hace unos pocos meses me comentaba un amigo, concesionario de una marca de automóviles, que desde la multinacional que el representaba les insinuaban -por no decir ordenaban- que cuando un coche entrase en el taller con una determinada avería o para una determinada consulta deberían de procurar que, tras el análisis oportuno del vehículo, se "detectase" algún problema complementario con el fin de "colocar" al propietario algún producto, pieza o recambio que aligerase el stock de almacén e incrementase la factura.
Este último fin de semana he coincidido con varias personas, clientes de tres entidades bancarias, que me comentaron el mismo caso. Por diferentes motivos acudieron a la oficina del Banco con el que trabajan, solicitaron unos servicios determinados, uno de los casos se trataba de una renovación de una pequeña póliza, y los empleados que les atendieron les indicaron que uno de los requisitos imprescindibles, para estudiar las operaciones o los servicios que solicitaban, era el compromiso y la obligación de hacer un seguro de vida de los que comercializaba la propia entidad y al precio que marcaba la aseguradora.
Hoy todos los "talleres oficiales" del sector del automóvil tienen que demostrar que son capaces de multiplicar las supuestas averías y todos los empleados de banca -para salir en el ranking de sus directores comerciales- tienen que colocar su seguro de vida, incluso aunque el propio cliente ya sea beneficiario de otro. Esta forma de actuar, que las grandes compañías (automovilísticas, banca, etc.) llaman "venta cruzada" no es más que el "atraco cruzado" de siempre. 
Miguel Martín, presidente de la Asociación Española de Banca (AEB), único personaje en España -y ya es raro que no haya habido alguno más- en estar de acuerdo con el contrato único sobre el que reflexionaba el Comisario de Empleo de la Comunidad Europea, dijo que la banca no es responsable de la crisis económica y culpa a los directivos y no a los Bancos por el asunto de las preferentes.
Si no me equivoco, Miguel Martín lleva de presidente de la AEB desde el año 2.006, casi vio nacer y florecer las participaciones preferentes junto a Botín, González y Cía.; pero nunca comentó nada del producto ni advirtió su peligrosa colocación a personas sin el perfil adecuado. Ellos: Miguel Martín, Emilio Botín, Francisco González, y Cía., y sus respectivos Bancos, no tuvieron la culpa.

La culpa fue de los "directivillos" y de los cajeros de turno. Estos, y los del "mono verde" que vemos en los concesionarios son los únicos culpables de la crisis. ¡Faltaría más!



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