Todos conocemos el programa televisivo llamado “el club de la comedia” donde a veces lo absurdo es el gran protagonista. Es un programa que podemos comparar con el congreso de los diputados, donde todos los días los parlamentarios nos demuestran su ineptitud, su falta de preparación y una escasez de nivel político alarmante, entre ellos sus actuaciones ya levantan los aplausos y las risas, sin tener ninguna gracia sus palabras, es decir lo absurdo vuelve al poder, con una diferencia muy grande, que a estos espectadores parlamentarios les pagamos todos y en el club de la comedia el espectador lo paga él.
Dicen que los segundones cuando llegan a ser primeros, siguen pensando que son segundos, esto le pasa a nuestro presidente, que como paso tantos años en la oposición y anteriormente tapado por otros personajes de PP, es el día de hoy que no se cree que dirige nuestra nación, muestra de ello dio el otro día cuando saludo al presidente, pensando que seguía todavía el contador de nubes.
La tristeza como ciudadano es ver que señores que llevan nuestro destino como pueblo o nación, no sepan en donde están y que piensen que el mundo es una comedia para contar malos chistes y tener que reírnos forzados. La baja calidad política que tenemos en nuestra nación es alarmante, donde la penosa oratoria aplicada en el parlamento tendría que ser penada con cuantiosas multas.
Estos promulgadores, que en la oposición le decían al anterior gobierno, deje caer España que nosotros la levantaremos, se tendrían que dedicar unos días a pensar sobre sus actuaciones y las consecuencias que tienen para la nación.
A mí no me gusta el club de la comedia, me parece que el humor es diferente que escuchar tonterías de un actor encima de un escenario. El parlamento debería de ser un lugar sagrado, simplemente por respeto a los ciudadanos, que con nuestro sudor y esfuerzo pagamos a todos estos ineptos que nos llevan diariamente a la ruina, demostrando su connivencia presuntamente terrorista con empresarios corruptos, que llevan sobres para conseguir beneficios sin esfuerzo, con lo cual después pagamos sobrecostes en obras de forma innecesaria, deberían de ser revisadas todas las obras que tuvieron esos sobrecostes y condenar a los responsables de esas autorizaciones.
Nuestra nación no puede marchar bien, mientras tengamos ministros que se encomiendan a la virgen, otros que nos dicen que nos duchemos con agua fría para ahorrar energía, un presidente que no sabe que lo es él, una que genera un concepto nuevo de despido llamado indiferido, otro que cuenta nubes y otro que lo nombramos para guardar los bienes públicos y genere una ley para lavar dinero de todo lo que nos robaron.
Joder cuando acabarán de tomarnos por idiotas!