Cuando ya es de público conocimiento que, durante el Gobierno de Zapatero con la colaboración del Partido Popular, se cambió por primera vez la Constitución española, por orden de Alemania, para que las inversiones de las entidades financieras germanas en nuestro país estuvieran totalmente garantizadas, ya no cabe la menor duda de quienes nos están gobernando y quienes nos mantienen atados al borde del precipicio.
Todos los cambios y todos los recortes que el Partido Popular lleva realizando, desde que consiguió la mayoría absoluta, siguen un estricto calendario a cada sugerencia de la canciller Merkel o de la Comunidad Económica Europea. El presidente Rajoy y sus ministros son meros comparsas del chiringuito comunitario tutelado por las conveniencias propias alemanas.
Los llamados países periféricos de la Comunidad Económica, todos los del Sur incluida Francia, o se plantean a corto plazo una salida del euro y un cambio radical en sus políticas económicas y sociales, o la recesión, el paro y la pobreza (aún más de la que ya se está sufriendo) se instalarán permanentemente en nuestras sociedades.
Desde el estallido de esta estafa llamada crisis, promovida por los grandes especuladores (banca, aseguradoras, fondos de inversión, etc.) las únicas medidas que se adoptaron fueron, precisamente, las ingentes cantidades de dinero dedicadas a salvar a esos especuladores antes citados. La contrapartida a la vista está: recortes, pobreza y paro.
Hoy, después de su recapitalización, los bancos europeos, también los españoles, no tienen problemas para financiarse y a unos bajísimos tipos de interés; pero el crédito a las familias y a las empresas siguen sin aflorar. Mientras ellos sanean sus balances -incluyendo despidos o jubilaciones anticipadas masivas-, o se dedican a asentar su negocio con nuevas adquisiciones (en muchos casos regalos políticos) y a dotar aberrantemente los planes de pensiones de sus cúpulas directivas, a las pequeñas y medianas empresas y a los particulares no les llega la financiación necesaria para su subsistencia.
Últimamente se habla de la necesidad de pactos, entre todos los agentes sociales y grupos parlamentarios, para unificar criterios y hacer propuestas indicadas a desbloquear el crecimiento y frenar el paro creciente (los 46.050 parados menos de ayer son una anécdota).
Los pactos de producirse, en las circunstancias actuales, solo servirán para escenificar una esperanza basada en la nada y hacer la foto protocolaria de costumbre. La agonía continuará mientras que no haya liquidez y no aumente claramente la demanda interna de nuestro país. El ministro De Guindos decía ayer que "para crear empleo hay que seguir haciendo más reformas", y más reformas como las aplicadas hasta el momento son igual a decir más privatizaciones, más despidos y más paro.
No podemos seguir dejándonos dirigir desde el exterior. O salimos del euro o Alemania , los mercados y los especuladores nos tendrán hipotecados durante décadas si antes no nos deshaucian, que todo puede ser.