Acudo al Club de Prensa Asturiana a la presentación del libro del periodista Cristóbal Ruitiña“Asturias Semanal, el nacimiento de un periodismo democrático”, publicación que como manifestaron su director y el adjunto, Graciano García y Juan de Lillo, en su día, los últimos años del tardo franquismo, supuso la ruptura de la prensa tradicional en Asturias con la aparición de una publicación semanal aperturista, independiente y hasta izquierdosa.
Colaboré en los cincuenta primeros números de la revista -entonces estábamos todos pluriempleados- pero presiones del jefe de mi otro trabajo, La Voz de Asturias, me obligó a dejar con harto dolor de mi pluma las paginas de “Asturias Semanal”. El autor del libro, editado por Zahor Ediciones, es un joven periodista de Cangas de Narcea, Cristóbal Ruitiña, profesor de universidad y también redactor de la televisión autonómica asturiana. Ha hecho, por lo que en un primer vistazo he podido constatar, un erudito trabajo a modo de tesis doctoral que prometo leer con atención a partir de mañana. Ruitiña es de la nueva generación de profesionales de la comunicación, mucho más preparados culturalmente que lo éramos nosotros a su edad. Hijo de un destacado dirigente del SOMA en el Narcea su vocación periodística es sólida por lo que pude apreciar. Al acto asistieron, entre otros, el ex alcalde de Cangas Manolo Cuervo, y los sindicaleros José Antonio Alonso y Eduardo Donaire, además del eurodiputado Antonio Masip que vino a cerrar el acto con voz de barítono -Se ve que en Estrasburgo no debe haber micrófonos- elogiando con sentidas frases lo que en aquella época de la década de los 70 supuso “Asturias Semanal”. Me acuerdo que por aquel entonces había un gobernador civil mallorquín en Oviedo, Anguera Sansó, de buen trato con los periodistas, buscando quizás frenar en lo posible la caída del régimen en Asturias. Acababa yo de ser padre primerizo, año 1973, cuando se presentó en mi domicilio un policía nacional con una cajita de parte del gobernador civil. Recuerdo que el policía nacional era de los que cumplía servicio de vigilancia en el edificio del Gobierno Civil y se llamaba Tomás Reinares; una excelente persona, padre del hoy del vice alcalde de Oviedo Jaime Reinares. La cajita en cuestión contenía una modesta medalla de la Virgen de Covadonga con el ruego por parte de la entonces primera autoridad de Asturias de que se la pusiera a mi hija recién nacida como así fue, que lo cortés no quita lo valiente, y sin duda habrá influido para que vaya por el buen camino.
En el acto de esta tarde nos dimos cita unos cuantos periodistas, como no podía ser menos: Isolina Cuelia, Melchor F. Díaz, Evaristo Arce, Rubén Suárez, Ana Gallego, Esteban Greciet, Luis Fernández, Rodrigo Cepeda y alguno más que a buen seguro me queda en el tintero. También estaba el colega Xuan Cándano, actual director de la revista Atlántico XXI que hoy, al cambio, viene a desempeñar, aunque con menor influencia, lo que fue “Asturias Semanal” en la década de los 70. No puedo tampoco sustraerme a las palabras de Graciano García sobre “Asturias Semanal” y de su estupenda intervención entresaco el siguiente párrafo: “Asturias Semanal nació gracias al valor de un grupo de jóvenes periodistas que, en un tiempo de censura, de represenión de las libertades y de miedos, abandonamos un trabajo estable y tomamos la decisión de participar en la creación de un medio de comunicación para, desde él, asumir el riesgo de luchar por el advenimiento de la democracia y de la libertad, sin partidismos, prejuicios ni venganzas, alentando la concordia y la reconciliación, imprescindibles para construir la España anhelada”. Así fue y así espero que ese espíritu continué. Lo necesitamos