Una agradable sorpresa

Me levanto con la sorpresa de leer en La Nueva España que la Asociación de la Prensa de Oviedo pide al ayuntamiento dar mi nombre a una calle de la capital. Por lo visto la Comisión de Gobierno el próximo viernes lo examinará para su aprobación o rechazo junto con otra petición para poner también el nombre de una calle al ex ministro Luis Martínez Noval.  No soy yo, por supuesto, quien debe valorar mis méritos pero confieso que me presta y agradezco el gesto por parte de la Asociación de la Prensa a la que tuve el honor de presidir durante diez años.

Si hay algo que llevo en los genes, además de la vocación periodística, es el ovetensismo. Nací el día de la bomba atómica de Hiroshima, un 6 de agosto de 1945, en la clínica San Cosme en la calle Asturias para a continuación ser llevado a la calle San Bernabé donde vivían mis abuelos. Ese día también nacieron otros tres ovetenses. ¿Que habrá sido de ellos?.Tuve la suerte, lo digo con todo el respeto, de nacer en agosto ya que de lo contrario hubiera visto la primera luz en Santander donde mi padre era funcionario del famoso fielato. Cuando dicho organismo desapareció mis padres retornaron a Oviedo con lo que a partir de los diez años quedé asentado para siempre en nuestra querida capital.

Tras estudiar en Los Dominicos con chavales estupendos con los que al día de hoy continúo teniendo amistad, caso de Antonio Masip, Rafael Sariego, Ignacio Gracia Noriega, el oftalmólogo Tresguerres, Antonio Fernández Peña, Galán, etc. apenas con 19 años inicié mis estudios de periodismo en la escuela oficial y mis primeras prácticas en el diario Región bajo la batuta del maestro Ricardo Vázquez-Prada. Soy un privilegiado, lo sé, ya que nacido en Oviedo siempre he vivido aquí y también trabajado sin que tuviera que estar un solo día en el paro. Recorrí muchos medios de comunicación locales así como también la Universidad de Oviedo y HUNOSA. Ahora, cuando voy llegando al final de  una larga carrera, me consta que tengo muchos amigos y algún que otro enemigo. Lo normal en un periodista que desde Oviedo practicó todas las especialidades de esta apasionante profesión, incluído haber sido cronista municipal y también deportivo. Además de Valentín Masip conocí a varios alcaldes de Oviedo. Desde Antón Eguibar pasando por Manuel Alvarez Buylla, Felix Serrano, Eloína Suárez, Luis Riera, Antonio Masip, Gabino de Lorenzo y el actual Agustín Iglesias Caunedo. Citar concejales haría la lista interminable pero sí debo decir cómo a través de mis años de periodista pulsé el profundo cambio de Oviedo, para bien, por supuesto.

Oviedo en la actualidad se enfrenta a otro profundo cambio como consecuencia de la liberalización de los terrenos de la antigua fábrica de armas de La Vega y de los de El Cristo como consecuencia del traslado del Hospital Central a la parte norte de la ciudad. Creo que en esta zona puede surgir algo bueno para la ciudad dando carpetazo no solo al Hospital, Residencia, Silicosis, etc. si no también a la plaza de toros y al cuartel de la Policía Nacional. En cuanto a los terrenos de La Vega, totalmente de acuerdo en que no haya pelotazo urbanístico alguno pero también en que no se eternicen en el abandono convirtiéndose, llevan camino de ello, en un gigantesco solar de ratas.

En fin, ¿Que les voy a decir?. Me encanta tener una calle con mi nombre en Oviedo cuando aún estoy en plenitud de facultades. Es el tipo de vanidad del que me gusta presumir. Gracias.



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