¡Ay Cospedal!

Estamos un día cualquiera, en un lugar ubicado en esta nuestra patria que es el espolón de Europa, en esta nación centinela en donde jamás arriaremos la bandera.
La intervención se desarrolla en un espacio engalanado con gallardetes; la interviniente, bajo palio, se dirige a un auditorio formado por entregados admiradores entre los que no hay distinción de clases, la interviniente va a cumplir eficientemente, una vez más, la labor que se le encomendó.
En la alocución, plagada de guiños a las más puras raíces de nuestra tradición, hace gala de un arrojo y una valentía que demuestra que nunca retrocede ante los obstáculos que los enemigos de occidente intentan utilizar.
María Dolores de Cospedal, segunda de Mariano Rajoy, dice, sin titubear, con gran valentía, que el escrache es "puro nacismo".
Al final, el abad mitrado, a su derecha, dirige unas palabras a modo de tedeum y todos los ponentes rinden el postrer homenaje de admiración y cariño al finado desaparecido.



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