Estados Unidos y Derechos Humanos: inaplazable rectificación

Los EE.UU. deben convertirse ahora en líderes del respeto y ejercicio pleno de los Derechos Humanos, de los principios democráticos y del multilateralismo. El país que en 1948 fue abanderado, con la propia viuda del Presidente Roosevelt, de la redacción, difusión y adopción por la Naciones Unidas de la Declaración Universal, no puede seguir ahora la política que tanto propició el Presidente Reagan y que el poderosísimo Partido Republicano ha continuado y fomentado desde entonces: alejamiento del Sistema de las Naciones Unidas, con imposición de grupos plutocráticos (G7, G8… G20); minusvaloración de los Derechos Humanos; y no formar parte de los países promotores y signatarios de instituciones de la justicia internacional, como el Tribunal Penal Internacional… 
Es urgente que ahora, con el Presidente Obama en su segundo mandato, Norteamérica rectifique y se sitúe a la cabeza del cumplimiento de los Derechos Humanos, de la adhesión y promoción de la justicia a escala mundial, y de la refundación de las Naciones Unidas. 
Recuerdo cuando en 1989 el gran Administrador de UNICEF, Jim Grant, nos pidió a los Directores y Secretarios Generales del Sistema de las Naciones Unidas que le acompañáramos en el solemne acto de firma, en la sede la ONU, de la Convención de los Derechos del Niño. Jefes de Estado y de Gobierno, altos dignatarios… fueron llegando al edificio de Manhattan. Pronto iba a iniciarse la seguramente más importante ceremonia de la historia en favor de la infancia, cuando el Presidente Bush “padre” notificó a Grant que los Estados Unidos no iban a suscribir la Convención “por problemas burocráticos de última hora”. Para evitar el impacto que podría tener que Norteamérica no se adhiriera “en su turno”, rápidamente se decidió que el Estado anfitrión firmara en último lugar… 
Hoy, transcurridos 24 años, siguen sin suscribir el Convenio: ¡el único país del mundo no signatario de los Derechos del Niño! Tampoco ha querido suscribir el Tribunal Penal Internacional ni el Derecho a la Alimentación, esencial para una vida digna. Presidí en Roma hace unos años una sesión convocada por la FAO para aprobar este derecho tan relevante. Sólo un país no quiso manifestarse a favor: los Estados Unidos. El Partido Republicano debe pensar que los Derechos Humanos se otorgan o se “conceden” por ellos. Se equivocan: los Derechos Humanos se reconocen, porque son inherentes a la existencia humana. 
Ahora, Presidente Obama, es apremiante corregir la enorme incongruencia de que su país sea el primero en fuerza y el último en cuestiones fundamentales para la Humanidad.



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