Este viernes falleció en el Centro Médico de Asturias en Oviedo a los 83 años el presidente del Centro Asturiano de Madrid, el llanisco Cosme Sordo Obeso. Un personaje, empresario de éxito en el campo de los desguaces de barcos, que se convirtió en los últimos 40 años en todo un embajador de Asturias en la capital de España, la población donde mayor número de emigrantes asturianos hay del mundo mundial. Dicen que más de 50.000.
A Cosme Sordo le conocí cuando un servidor comenzaba como modesto plumilla en Región. El Centro Asturiano estaba en un antiguo palacio de la calle Arenal en cuyo sótano el gran Angelín Tuto regentaba un establecimiento peculiar, La Mina, decorado como una galería subterránea y en donde en torno a una buena sidra los asturianos hablábamos de lo divino y de lo humano. Con la finalización del contrato el Centro Asturiano hubo de irse del lugar y Cosme Sordo consiguió de la administración autonómica encabezada por un Pedro de Silva recién llegado al poder asturiano que el Principado financiase la compra de un edificio en una de las esquinas de la calle Farmacia. Yo estuve allá por 1984 en la inauguración con un alcalde de Madrid, Alvarez del Manzano, que tuvo la deferencia no solo de asistir al acto si no incluso de cortar durante unas horas el tráfico en la zona. En el bajo se instaló como no podía ser de otra manera una sucursal de Cajastur, en la primera planta un bingo, en la segunda un restaurante casi siempre gestionado por gente de la zona de Llanes -su mayor época de esplendor fue cuando lo dirigió la familia de Amable Concha- y más arriba, salón de actos oficinas para dejar las dos últimas plantas como delegación del propio Principado. Cuando Cosme Sordo estuvo en plenas facultades físicas hubo gran actividad, complementada con la finca situada en la carretera a Extremadura, y el empresario llanisco fomentó la vanidad de gente importante con sus manzanas de oro y otras distinciones aunque recuerdo que pese a nuestra amistad y los favores periodísticos que le hice no logré que una distinción astur leonesa que organizaba conjuntamente el Centro Asturiano y la Casa de Léon fuera para el gran doctor Pedro Mata, nacido en León pero casado con una sotrondina y con casa en Piedeloro.
Cosme Sordo, de grandes cualidades y a quien Asturias siempre debería tenerle presente como agradecimiento a su labor, fue sin embargo un presidente muy personal en la gestión del centro y con el paso de los años cuando su salud comenzó a deteriorarse al centro le pasó lo mismo. Hubo dos personas importantes que le sostuvieron, como columna vertebral de un consejo de sabios que el propio Cosme Sordo nombró como fueron Sabino Fernández Campo y el dueño de Reny Picot Francisco Rodríguez. Con el paso de los años también se vio que la zona de la calle Farmacia no era la más adecuada para unas instalaciones como las del Centro Asturiano y al final el bingo y la sucursal de Cajastur pasaron a mejor vida así como la presencia del Principado en las dos plantas superiores del edificio. En estas líneas debo recordar al que fue durante años vice presidente del centro Rutilio Martínez-Otero, un gran paisano, cuyo hijo, el profesor Martínez Otero, ocupa hoy ese cargo en la actual directiva y que probablemente será el nuevo presidente. No hace muchos días estuve a punto de ir a Madrid para asistir a la presentación de la revista “El Baluarte” de la Asociación de Amigos de Cudillero que tan acertadamente preside Juan Luis Alvarez del Busto y que se hizo en el propio Centro Asturiano pero mis achaques de salud lamentablemente me lo impidieron. No tenía otro deseo que saber noticias de Cosme Sordo del que me constaba que últimamente no salía ya de su domicilio. El buen hombre acaba de fallecer en Oviedo y descansará para siempre en su amada Llanes. Una importante etapa de la presencia de Asturias en Madrid ha finalizado.