Nació el 28 de julio de 1954 bajo el signo Leo, en Sabaneta, estado Barinas, llanos centrales de Venezuela.
Es el segundo de seis hijos y desde muy joven se interesó por la política.
Tres semanas después de graduarse como Bachiller en Ciencias, ingresó a la Academia Militar. Se licencioó en Ciencias y Artes Militares.
Destacó en los cursos militares por sus buenas calificaciones.
Sus amigos reconocen su “galantería” con las mujeres, aunque sólo se le han conocido tres parejas estables. Con Nancy Colmenares, su primera esposa, tuvo tres hijos: Rosa Virginia, María Gabriela y Hugo Rafael. Al mismo tiempo mantuvo una relación sentimental con la historiadora Herma Marksman, que duró una década. Y con Marisabel Rodríguez, de quien se divorcio en 2003, tuvo a su hija menor, Rosinés.
En una entrevista de televisión, pidió perdón a su primera esposa por dejarla sola junto a sus hijos, tras el golpe de Estado del 4 de febrero de 1992. “Hay que ver lo que es dejar tres hijos y una esposa sin dinero, lo único que yo tenía en ese momento era un cheque de 10 mil bolívares”, dijo.
En esa misma entrevista manifestó su dolor “por los amigos, los soldados que murieron” por un ideal durante el alzamiento.
También confesó que se ha pedido perdón a sí mismo: “Yo lo que quería era ser general y luego retirarme a la costa de Arauca”, aunque precisó que todo lo que ha vivido es resultado de un proceso político inevitable.
A Chávez no lo doblegó la derrota del 4 de febrero, ni el golpe del 11 de abril, lo hizo el cáncer detectado en junio de 2011 y pese al cual habiendo sido llevado tres veces a quirófano al final perdió la batalla.
Nunca hubo un parte médico, no se sabe en realidad de que murió el presidente.
Hasta antes de la enfermedad sus vicios eran el cigarrillo y café caliente a toda hora.
Nunca soltó prenda sobre hijos o sus hermanos que gobiernan Barinas.
Su amistad con Fidel Castro es legendaria. “Fidel es para mí un padre, un compañero, un maestro de estrategia perfecta”, declaró en 2005.
Fue magallanero –equipo de béisbol - le gusta jugar a ese deporte, cantar, declamar, pero nunca supo bailar.
“Cuando hay que hacer una concesión, la hace; cuando está al borde del abismo, retrocede”, dice su amigo José Vicente Rangel, ex presidente de la de república.
Un poco de grafología, nos expresa:
Los trazos de su rúbrica revelan que fue un ser eminentemente emocional. De ego alto, lleno de energía y gran fuerza, además de impulsivo. También nos dice que era dominante, le interesaba el poder y era capaz de imponer su criterio desde su capacidad de líder nato.
Hoy ya es una historia que en Venezuela y el resto de América Latina tardarán en olvidarlo.
Aunque hemos peleado políticamente mucho y con denuedo: hasta siempre, Comandante.