Hay días que nos deparan sorpresas tan agradables que hacen que miremos la vida de un modo diferente, con distinta perspectiva. Y esto es lo que me ocurrió el pasado 17 de Febrero de 2.013 cuando asistía a misa de 11 de la mañana en la Iglesia parroquial de San Félix de Lugones, y es que a la entrada del templo se oían los sones de trompetas y tambores, que hacían pensar que alguna celebración o algún acontecimiento teníamos, y en verdad que era así. Empezaba la misa catequética para los niños, y desde el coro, sito en la parte central del templo, encima de la puerta de entrada y enfrente del presbiterio, sonaron las fuertes notas de trompetas y tambores. Parecía que las paredes, columnas y techumbre de la Iglesia se desprendían, se fragmentaban al interpretar el “Cerca de Ti”, pero poco a poco nos fuimos adaptando al momento y asimilando su tono y a ello contribuía la medida y prudente palabra del párroco, Don Joaquín. Los feligreses de Lugones íbamos a tener el privilegio de escuchar y apreciar el buen hacer de la Cofradía de La Hermandad de los Estudiantes, que tiene su sede en la parroquia de San Javier , en Oviedo, y que ya es un referente dentro de la Semana Santa ovetense Una vez más la música, elemento sagrado donde los haya , iba a testimoniar y acompañar nuestra fe. Los niños, bien despiertos por la celestial y sorprendente música, situados en los primeros bancos, volvían sus cabezas curiosas hacia el Coro o hacia la derecha del altar, donde un integrante de la Hermandad izaba el bello estandarte del Grupo. La Palabra de Dios, la Música y los fieles, en especial los niños, iban a ser los protagonistas. La Palabra, con textos tan adecuados como las tentaciones de Jesús en el desierto, imagen certera de nuestras ambiciones y tentaciones; la Música, con su intervención en los momentos más relevantes de la misa, así al empezar con la conocida canción “Cerca de Ti, Señor”; en la Consagración con el Himno de España, y al acabar la misa con la conocida Saeta de Antonio Machado “Al Cristo de los Gitanos”; y, por último, los niños que no perdían ripio de lo que pasaba y que en algunos momentos, con sus cantos acompañados de palmas y pies, competían en percusión con los músicos. . En medio de toda esta mezcla de sensaciones, el sacerdote que , con un texto bíblico tan sugerente como el ya citado, nos ilustraba a cerca del mal en el mundo y de nuestra pequeña o gran responsabilidad en su extensión o freno, y nos recordaba que siempre existe una culpa personal, un mal propio que debemos reconocer y combatir
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Pocas veces he visto una mayor coordinación entre fieles y sacerdote, y a todo ello contribuyó la música, que hizo que esta Santa Misa de este 17 de Febrero tuviera un tono especial y que hasta la bella imagen de Cristo crucificado que preside el presbiterio de San Félix - ese Cristo vivo , de medianas dimensiones, de cabeza levantada y sufriente- lanzara unos destellos de alegría , de contento , y no era para menos, pues pudo comprobar como todos hacíamos suyo ese deseo popular de pedir una escalera para subir al madero y quitarle los clavos a Jesús el nazareno, de ayudar al hermano, al próximo, - no viene mal recordar que los conceptos de fraternidad, caridad o solidaridad u otros semejantes, son patrimonio cristiano, no se dan en otras culturas- y pudo percibir como todos , a ritmo de trompetas y tambores, teníamos diferente pulso y recordábamos que en el Año de la Fe, en palabras del Papa Emérito Benedicto XVI, Dios no puede entrar en mi corazón si yo no le abro la puerta.