Las incongruencias de la Unión Europea –que en su día aprobó una unión monetaria sin el imprescindible requisito de la unión económica y política- siguen ahora ampliándose con gravísimos efectos para los países que más sufren el desbarajuste financiero, obligados a satisfacer sus deudas y regularizar perentoriamente su déficit, sumergiéndoles, en contra de los adecuados consejos de tantos economistas de prestigio, a la espiral de la austeridad sin crecimiento.
Pues bien: Europa acaba de reducir, en lugar de aumentar como se había propuesto, las inversiones previstas en el próximo Programa Marco del 2014-2020.
Las prioridades que deben promocionarse en y desde Europa son la alimentación, el acceso al agua potable, el acceso a los servicios de salud, el medio ambiente, la educación… Este y no otro debe ser el mensaje que la UE debe proclamar responsablemente.
El tan cacareado horizonte 2020 se está ensombreciendo. La única esperanza es que el Europarlamento se oponga radicalmente a este nuevo disparate.
Sin I+D+i no habrá progreso. Recortando en la sanidad, en la educación y en la justicia, los grandes pilares del bienestar social europeo, se debilitarán, resquebrajando todo el edificio.
Esperemos que los parlamentarios cumplan debidamente el alto cometido que los europeos les han confiado.