Una pausa al día

“Aprendió tantas cosas que no tuvo tiempo de pensar en ninguna de ellas”. 
A. Machado, sobre Juan de Mairena. 
Es imprescindible “reapropiarnos” de algún tiempo para nosotros. Por poco que sea. Todos los días, preferentemente al empezar la jornada –“…perdona, amanecer, por no haberte recibido como mereces”, ha escrito la simpar Rigoberta Menchú- o al terminarla. 
Vivimos demasiado de prisa, acosados por una actualidad que nos envuelve, nos sumerge, nos convierte en impasibles testigos. Lo malo, solía decir Jesús Moneo, es que en general corremos hacia no sabemos dónde.
El vendaval informativo, el espectáculo permanente, … no nos permiten reflexionar ni incorporar la noticia como conocimiento. Y así pasan los días, silentes, sin ejercer las facultades distintivas de la especie humana: pensar, imaginar, anticiparse, crear! 
Las TIC, tan útiles, tan relevantes para el progreso personal y colectivo, pueden, cuando se emplean abusivamente, malgastar muchos instantes del misterio de la existencia. Los teléfonos móviles son utensilios preciosos para aproximar a los lejanos pero muy peligrosos por alejarnos de los próximos, comentaba Pío Rodríguez recientemente. Atraen tanto nuestra atención que nos transportan a menudo al limbo (al único que existe ahora). 
Me gusta repetir la certera apreciación de María Novo: “Uno de los grandes problemas de nuestro tiempo es el NTD (nos tienen distraídos). Debemos estar alerta, debemos escribir nuestro por-venir, inventarlo.
Nuestros resortes de reacción, de protesta y de propuesta, se van debilitando. Y llega un momento en que, cayendo en el sinremedismo, aceptamos muchas situaciones como ineluctables. Y ya no meditamos sobre nuestras responsabilidades intergeneracionales (medio ambiente, condiciones de vida…) dejándonos aturdir por el chismorreo, la superficialidad, la ligereza… 
Una pausa al día para reflexionar, para no callar, para abordar los problemas esenciales. Para soñar bien despiertos. Para que no se cumpla en nosotros la advertencia que D. Antonio Machado hacía sobre su heterónimo apócrifo Juan de Mairena. 
 
 

Pensemos. Hagamos una pausa todos los días.



Dejar un comentario

captcha