Uno puede pasar la nochevieja de muchas formas, ya que casi hay tantas sugerencias y planes como personas. Quien les escribe la pasó de la manera más tradicional y tranquila, en un pequeño pueblo del Concejo de Siero, Traspando, con su familia y en torno a una mesa que este año, como en otras ocasiones anteriores , también deparó alguna sorpresa a los comensales, todo ello sazonado de charlas, diálogo, recuerdos, tristezas, proyectos, esperanzas, para después , agrupados en torno a la TV, seguir las campanadas del reloj de la Puerta del Sol e intentar ingerir una uva en cada campanada y acabarlas al mismo tiempo que el último toque. Durante la cena se hizo la propuesta de empezar el año con un buen paseo mañanero por las parroquias de Feleches y Lieres, y así se hizo.
Hacia las 9:30 horas del 1 de enero partimos con destino a Feleches, Lieres, L’Acebal y regreso a casa. La caminata no era muy larga, quizás seis kilómetros, la mañana apetecible, no muy fría, con amenaza de alguna lluvia. Casi todas las casas y barrios que nos encontrábamos(Los Corros, La Ferrería, El Novalín, El Moldano, Les Faces, La Pedrera, Espinera…)no daban señales de vida, contraventanas cerradas, chimeneas sin humo, y la única sorpresa que uno se encontraba era algún perro suelto o como , en el Novalín, un perro centinela en la pequeña puerta de una tená, que amenazaba con tirarse al camino. El gris de la atmósfera enlazaba muy bien con el gris humano, sin vida, aletargado, durmiente , propio de una noche vieja, de una noche larga.
El amanecer de Navidad o de Año Nuevo es diferente al resto del año, es más lento, más perezoso, sin prisas, sin ruido. Todo ello favorece que uno se concentre más en aspectos, que quizás otros días no dé importancia o quizás esa mentalidad que tiene uno de liquidación, de balance, le haga estar más sensibilizado. Lo cierto es que , sea por lo que sea, la atmósfera mañanera se cubre con una patina, con un barniz diferente y del menor detalle uno extrae una información, una consecuencia. Ya estábamos llegando al Moldano, límite entre Feleches y Lieres. La carretera nacional 634 estaba vacía, no pasa nadie, ni coches, ni peatones. Todo da la sensación de abandono, de misterio, cuando de repente, al orillar el río Nora que divide ambas parroquias y oír el susurro tranquilo de sus aguas, veo , con gran estupor, que por su estrecho cauce van nadando y jugando un par de patos, de color castaño oscuro, rayando casi en negro, alegres, bulliciosos, felices de estar en año nuevo, contentos con la situación en que se encuentran.. Hace ya mucho tiempo que mis ojos no contemplan escena tan agradable, tan de siempre, tan natural y paradójicamente, poco frecuente en los tiempos que vivimos.¿Por qué?¡Quizás es que vaya poco al río! ¡Ojalá se multipliquen y aparezcan muchos más, pues sería signo de fertilidad, de vida…Sería la prueba evidente que la naturaleza resurge, renace! Esta bonita escena me retrotrae a las épocas en que el río era un elemento sustancial de nuestra de vida, y especialmente de nuestra niñez y juventud. Todos los veranos los niños de Lugones, Pola y otras parroquias de Siero teníamos como piscina un río, con diferentes pozos, según la capacidad de nado. Había pozos de iniciación como ”La playina”, en Lugones, donde teníamos como instructor voluntario a Luis, y pozos para profesionales, “El Pozón”, con sus saltos acrobáticos desde la orilla o desde la base de algún tronco tumbado en el mismo cauce. La pregunta que esboce líneas atrás y que me evocó tiempos pasados, me lleva a plantear a todos, desde los vecinos de la rivera hasta a todas las Administraciones, una petición. Y es que ya no podemos dejar pasar el tiempo inmisericorde y ser cómplices, con nuestro silencio, de la contaminación de las aguas, de su podredumbre. La técnica debe estar al servicio de la vida, del río, de la naturaleza, no de la codicia que mata y destruye valles y pueblos. En tiempos de dificultades tenemos y debemos marcar muy bien nuestras prioridades, nuestras urgencias y ¿a quién no le gustaría volver a pescar cangrejos en el Nora, en el Noreña , en el Blimales o en otros ríos?¡Quizás los mejores arroces los comí en las orillas del río Blimales, a su paso por la Fresneda!. Eran arroces con un componente de aventura y tenían un elemento autóctono de la zona, sus cangrejos.¡Qué curiosidad e inquietud al sacar los reteles!
Ahora que la medicina ha logrado que la edad media de vida se duplique, no es mucho pedir que la Técnica también se preocupe de la vida de los ríos y de sus especies, con el beneficio añadido que supone para todos. Hagamos un pequeño itinerario de reformas, de mejoras, empecemos por la limpieza de cauces y orillas, y está petición cobra importancia en un Concejo que está casi limitado y protegido por un río, el Nora, durante 67 kilómetros, y que si se me apura, debe su existencia al Nora, nombre que titula a mujeres como la princesa Nora de Liechtenstein, marquesa viuda de Mariño . Y hablando de ríos, no viene mal recordar que la Alberguería de San Pedro, construida en el año 1.141, origen de la actual Pola de Siero, se ubicó en la zona llamada Río Seco.
El río simboliza vida, de ahí aquellos versos manriqueños que dicen: “Nuestra vidas son los ríos que van a dar a la mar, que es el morir”. ¿Podemos hablar de una Asturias “Paraíso Natural”con las aguas sucias y pestilentes? ¡Qué protejamos la vida y cuidemos el río es el mensaje que me han dejado esos dos patos mañaneros que celebraban , alegres e inquietos, el 2.013 en el Nora!