Los peores golpes de Estado son los imperceptibles, los que se identifican difícilmente al principio, no permitiendo la adopción de las medidas adecuadas en el momento oportuno. Los emboscados se disfrazan de tal modo -primas de riesgo, agencias de calificación, inversores opacos, "agujeros bancarios impunes",...-que es muy difícil reconocerlos hasta que la situación se torna prácticamente irreversible. No sólo debilitan al Estado y promueven desgarros sociales difícilmente restañables, sino que en su osadía llegan, ante la perplejidad e inacción ciudadana, a nombrar gobiernos sin urnas.
Con gran habilidad, consiguen alcanzar el objetivo de "menos Estado y más mercado". Se desprestigia a los políticos y a los parlamentos, sobre todo cuando existen mayorías que, sin mecanismos correctivos, producen sin pausa "leyes rodillo". El "golpe de mercado" logra sus propósitos de privatizar... hasta los propios partidos políticos.
Los responsables de las crisis -grandes consorcios financieros- están pasando la factura permanente a quienes aceptaron, en un momento histórico, sustituir los principios democráticos por las leyes del mercado y las instituciones internacionales por los grupos plutocráticos que tanto han dañado a Occidente. Se trata de una crisis sistémica que requiere liderazgos muy sólidos, capaces de dar explicaciones a los ciudadanos y diseñar con claridad las estrategias para el futuro.
Lo cierto es que, una vez "rescatados", han presentado situaciones de quiebra sin que se sepan las causas de los increíbles déficits acumulados. ¿Dónde ha ido a parar ese dinero? ¿Cuál es la situación real? ¿Quiénes fueron incapaces de advertir lo que estaba acaeciendo cuando hubiera sido posible todavía evitar o mitigar las gravísimas consecuencias?
De forma muy inaparente, como ha destacado Ignacio Ramonet, la privatización de lo público está llevándose a efecto, a pesar de que es con el dinero público y el sacrificio de la mayoría de los ciudadanos como se están intentando aliviar los dislates cometidos.
El "gran dominio" manda en buena parte de Occidente, aunque nada menos que América Latina, la India... se están escurriendo hábilmente de los últimos coletazos de los "globalizadores".
La solución es una democracia auténtica, que produzca rápidamente una refundación del Sistema de las Naciones Unidas y la inmediata eliminación de los G8 y G20; que reforme de manera inmediata los Tratados de la Unión Europea, de tal modo que la federación política, económica y fiscal permita, junto a una seguridad autónoma, el adecuado funcionamiento de la Unión, para que 27 países no tengan que danzar necesariamente al ritmo que le marca uno sólo; y a escala local, en todos aquellos países en que los parlamentos se están desacreditando por seguir normas de representación popular ya superadas, y en que los gobiernos no cumplen los programas que recibieron en las elecciones el apoyo popular, fortalecer la democratización basada en los valores éticos que se sustituyeron por los mercantiles para poder hacer frente, con los consensos nacionales que son indispensables, a los desafíos presentes, poniendo en su lugar a los "golpistas", ya desenmascarados.
Sólo de este modo podrán contrarrestarse a escala internacional, europea y nacional los actuales "golpes de mercado"...