Los fans me piden que escriba sobre el lío del Niemeyer de Avilés. La verdad es que no hacía falta ser auditor para saber que se disparaba con pólvora del rey pero, copas de más aparte, el hoy denostado Natalio Grueso, posteriormente fichado por el ayuntamiento de Madrid, con su excelente agenda de contactos y dispendio consiguiente logró revitalizar la dormida sociedad avilesina bajo la tutela el citado centro cultural del entonces presidente del Principado Vicente Alvarez Areces, el auténtico impulsor del proyecto que Gabino de Lorenzo no quiso para Oviedo. El sector de servicios, comercio y hostelería, sobre todo, se frotaron las manos y el optimismo reinaba en la villa del Adelantado de la Florida, pero, claro, al igual que pasó en tantas instituciones y organizaciones de España, públicas y privadas, se nos fue la mano en los gastos trayendo a Woody Allen, a Kevin Specy, a Brad Pitt -visto y no visto-, etc. Me parece bien que se pidan responsabilidades y que Javier Fernández a través de su consejera de Cultura Ana González quiera un Niemeyer con luz y taquígrafos. Es cierto que el año escaso que gobernó Asturias Foro su líder Francisco Alvarez-Cascos entró en este tema como un elefante en una cacharrería apoyándose en su consejero de Cultura Marcos Vallaure que tampoco le iba a la zaga en cuanto a cintura política y los acontecimientos han venido a darle la razón. El caso es que la fundación, donde convivían lo público y lo privado, entró en concurso de acreedores y la deuda se acerca a los dos millones de euros con los que tendrá que apechugar el ayuntamiento y el Principado.
Como el rey en su momento o varios socialistas de nueva cuña ahora, la alcaldesa de Avilés Pilar Varela, la primera mujer en la historia de la ciudad que ocupa la máxima responsabilidad municipal, ha tenido que salir ante la opinión pública entonando un peculiar mea culpa y argumentando lo mismo que los grandes gerifaltes bancarios de entidades en quiebra están diciendo en el Congreso: “No sabía nada, he sido engañada”. En fin, me temo que su carrera política esté finiquitada para esta buena mujer que allá por 1987 fue presidenta a nivel nacional de la Juventud, divino tesoro, Obrera Cristiana. Ahora los socialistas avilesinos, liberados de la influencia del intrigante Alvaro Alvarez, han elegido como nuevo secretario a Fernández Huerga, que también en concejal y del que me cuentan está en la onda del SOMA-FIA-UGT. Apuesto a que en las próximas municipales será candidato por el PSOE a la alcaldía de Avilés. La que me da la impresión de que ha quedado un poco fuera de juego es la concejala Ana Concejo, hija de mi buen amigo Ulises, uno de los mejores sindicalistas que he conocido en nuestra región, y creo que eso ocurrió desde que en su momento se mostró partidaria de Carmen Chacón en su pelea con Pérez Rubalcaba. De todas maneras a esta universitaria ya con amplia experiencia -estuvo en el gabinete de Vicente Alvarez Areces cuando este era presidente- no hay que perderla de vista.
Por cierto, de vez en cuando contacto con José Luis García Millán, un ovetense que desde hace muchos años reside en Río de Janeiro y que es vecino del arquitecto Niemeyer, y me comenta que pese a los achaques del arquitecto, producto de la edad, sigue resistiendo y, le consta, está muy preocupado por las noticias que llegan desde Asturias sobre su querida obra junto a la ría avilesina. Obra que no debe dejarse caer, y a Javier Fernández ello le consta, independientemente que las cuentas se aclaren, las responsabilidades se pidan y la gestión del centro se despolitice. Ahora depende la gestión de la sociedad pública RECREA que va a ser fusionada con la dirección regional de Turismo. No defraudemos al centenario arquitecto, por favor.