Quien elige el Cantábrico, este mar de aquí al lado, como último paisaje, no busca el reposo, la paz lenta y adormecida de la tierra. El cuerpo que prefiere su fuerza quiere moverse, atravesar las olas, conocer las corrientes, chocar contra las rocas, espumar y volver a lanzarse, una y otra vez. Este mar es bravo y vivo y furioso y terco; hermoso tanto cuando pelea como cuando amansa. Este mar, que tanto nos ha hecho a los asturianos, es el mar también de la vida de Santiago Carrillo, a quien hoy recordamos en este homenaje.
Perdonad que repita algunas palabras asociadas a la memoria del asturiano fumador empedernido que murió el 18 de septiembre a los 97 años cuando dormía la siesta en su habitación. Puedo deciros idealismo, revolución, guerra, socialismo, comunista, exilio, contradicción, rebeldía, partido, disciplina, expulsiones, reconciliación, inteligencia, democracia, generosidad, transición, ironía… Escoged vosotros las que queráis. Son los nombres del siglo XX, del terrible siglo XX europeo y, sobremanera, del siglo XX español. Porque la biografía casi centenaria de Santiago Carrillo Solares, el niño que nació en Gijón en 1915, fue también la biografía de un siglo entero, con todos sus vaivenes.
Vosotros elegid las vuestras o proponed otras; yo me quedo con tres: rebeldía, inteligencia y reconciliación. La primera, porque creo que ésa fue la actitud vital de Carrillo hasta el último día. También demostró hasta el final su inteligencia, una perspicacia socarrona y achispada, juvenil en la madurez, que le permitió comprender y arriesgarse –las dos cosas- en tránsitos difíciles y amenazantes, como el paso angosto por el que hubo de circular hasta asentar la democracia. Reconciliación, en fin, porque también supo que la España nueva y plena que reclamaba sitio tras la larga noche de piedra de la dictadura exigía una generosidad casi sin límite para fortalecer la capacidad de entendimiento racional y superación de la discrepancia.
Comprenderéis que en algunos momentos, en el vértice de esta crisis económica y política devastadora, eche de menos dirigentes políticos con esa triple capacidad de rebeldía, inteligencia y generosidad para la reconciliación. Yo, al ver, escuchar y sentir lo que ocurre, comprendo a la perfección que sólo con gentes como él fue posible abrir el camino a la España de libertades, derechos y paz de hoy. La misma vía que ahora nosotros hemos de esforzarnos en mantener desbrozada y practicable.
Ése es el legado que Santiago Carrillo y otros como él nos han dejado. A nosotros nos toca mantenerlo y agrandarlo, como una buena herencia, y con las mismas virtudes: rebeldía, inteligencia y conciliación. Esta obra jamás se da por concluida. Él tampoco la dio por acabada, estoy seguro, porque quien prefiere el Cantábrico como tumba no busca el reposo de la tierra, sino la rebeldía terca de las olas.
Como ese mar que descubrió de niño, Santiago Carrillo tampoco conoció la rendición. Y yo, que como Santiago y como vosotros, no estoy dispuesto a rendirme en la búsqueda de una sociedad más justa y más libre, os agradezco que me hayáis invitado a este homenaje.
*Presidente del Principado de Asturias