TusMedios/ Mi nombre es David Weitzman y yo vivo en la región central de Israel. En los últimos meses, las amenazas de guerra se han convertido en reales y vívidas. No pasa un día sin escuchar las conversaciones de nuestros líderes o los líderes de Irán con respecto al bombardeo de las instalaciones nucleares. La inteligencia de Israel es cuestionada en la necesidad de atacar en Irán y el gran peligro de que Irán tenga armas nucleares. Incluso los líderes de Europa y Japón han decidido dejar de comprar petróleo a Irán, al parecer porque están de acuerdo acerca de los peligros de la bomba nuclear en manos de Irán.
Del Este tenemos a Siria con su guerra civil. Los expertos dicen que Assad puede atacar a Israel para unir a su propio pueblo. Otra amenaza mortal son las armas químicas de Siria que pueden caer en las manos equivocadas. En el Líbano, el Hezbollah se está armando con miles de misiles y está actuando como una base de frente para Irán. En el Sur, los nuevos líderes de Egipto se están acercando a Irán y Hamas, por lo que el futuro de los acuerdos de paz no está claro.
Vivo y trabajo en el centro de Israel, donde los ataques con misiles muy probablemente estarán concentrados. Con mi esposa y dos hijas, la posibilidad de una guerra es aún más alarmante para mí.
El Gobierno está seriamente preparándonos para esa eventualidad. Recibimos folletos enviados por correo por parte del Gobierno sobre qué hacer en caso de que la guerra estalle, además, nos instó a remplazar las viejas máscaras de gas y de preparar comida para los refugios. Estos indicadores de una guerra pendiente son estresantes para las personas, especialmente para nosotros, las familias con niños. Esperamos con impotencia, sin poder hacer nada significativo para evitar, mucho menos evitarlo.
Mi mayor frustración viene de saber que la mayoría de la gente quiere la paz y tranquilidad, pero grupos pequeños promueven las guerras, manteniéndonos presos del terror y del miedo.
En momentos como este, cuando estoy casi impotente para controlar las cosas que están sucediendo en mi país, trato de concentrarme en el aquí y en el ahora y reflexionar sobre el hecho de que esto también pasará.
Una de las cosas que más me ayuda es saber que mi trabajo es en realidad lo que se debe hacer desde una perspectiva global. Enviando buenas vibraciones de armonía, paz interior y unidad a los cuatro rincones del mundo es mi manera de reforzar lo que es bueno en este mundo, carente de conflictos y la ira.
Una niña de Siria se puso en contacto conmigo a través de Facebook y me envió una solicitud de amistad. Después de aceptarla como una amiga, le escribí preguntándole si ella sabía que yo era un israelí. Ella respondió que no era ni intolerante ni tenía prejuicios. ¡La vida es demasiado corta para que nos odiemos!
David Weitzman