En la toma de posesión del presidente del Consejo Social

Las instituciones son lo que los hombres quieren. Hacen falta tiempos largos, casi geológicos, para que alcancen alma propia. Luego llega un momento en el que la institución adquiere densidad, ahorma a quienes la encarnan, y les impone respeto, servidumbres, usos y costumbres. El Consejo Social de la Universidad de Oviedo, pionero en España, aún no ha alcanzado ese punto de crisol. Que sea un órgano más tierno no facilita la labor. Más bien, multiplica la responsabilidad de quienes participan en él y, especialmente, de quien la preside.

 

Por eso es muy de agradecer el esfuerzo y la tarea desempeñada por todos los que asumieron tal puesto. Doña Alicia Castro, muchas gracias por su labor. El agradecimiento es extensible a todos sus antecesores.

 

Somos una sociedad en tránsito. Es bueno que todos lo asumamos. Cuando amaine la Gran Recesión y podamos alzar la vista, descubriremos otro paisaje social, económico y político. Mi voluntad es que no sea un territorio arrasado, devastado, de pobreza, exclusión social, pérdida de derechos y desconfianza en la democracia. Pero no seguiré por ahí esta intervención, no se inquieten. Me limito a esbozar el contexto para añadir que la Universidad es uno de los terrenos donde debemos cavar trinchera y, si es posible, ganar terreno. No resulta concebible la Asturias del futuro sin una Universidad potente, capaz y, lo subrayo, bien anclada en la sociedad asturiana. Anclada significa incrustada, fijada en lo más hondo del sustrato social; no fija ni inmóvil. Porque precisamente la misión del Consejo es conseguir una relación fluida, abierta, expansiva, entre la sociedad y la Universidad.

 

Señor presidente del Consejo Social de la Universidad, a usted le corresponde garantizar esa relación buena y oxigenada. Presidirá un órgano aún joven y en una ocasión difícil. Ni llega a un sitio cómodo donde las cosas van rodadas ni tampoco asume su responsabilidad en el mejor de los momentos. El desafío, entiéndalo, es enorme, y no me consiento la hipocresía de adornárselo, de alfombrarle la llegada con palabras que disimulen la espinada coyuntura que sufrimos.

 

El Gobierno de Asturias confía en usted. Por muchas razones, entre las cuales hay dos sobresalientes. Conoce bien el mundo de la comunicación y de la empresa. Ésas son las etiquetas que le identifican, y no nos hemos fijado ni buscado ninguna otra filiación.  Ambas son virtudes para el cometido que ha aceptado, porque en buena medida a usted le corresponde transmitir, enlazar, hacer de medio y mensaje a un tiempo entre ambas realidades. Que Universidad y empresa, Universidad e industria se ignoren es un despilfarro que no nos podemos tolerar.

 

Le estoy hablando, a las claras, del aporte de financiación privada, hoy tan necesario, casi indispensable. A cambio, la Universidad debe ofrecer sus mejores equipos de investigación y todo su potencial al servicio del sector productivo y de la sociedad asturiana.

 

Pero no me paro ahí, porque los objetivos son mayores: le hablo de la fluidez imprescindible entre la Universidad y la iniciativa privada. No le diré que han de operar en red, porque me rendiría a los lugares comunes de moda, pero insisto en esa permeabilidad, la ósmosis adecuada entre mundos paredaños para la comprensión de las necesidades y dificultades de cada uno de ellos. Es perfectamente posible lograrla sin que la Universidad se desnaturalice hasta convertirse en una desnuda herramienta del mercado.

 

No podemos avanzar hacia la Asturias de excelencia –me habrán oído varias veces señalar ese Norte para esta comunidad autónoma- sin esa interrelación. Y no exagero, señor Azcona, si le digo que mi deseo es que se apunte ese tanto. Entre los miembros del Consejo Social hay personas –usted lo sabe bien- que podrán ayudarle notablemente en esa tarea.

 

La labor docente e investigadora de la Universidad no se agota intramuros, como conoce. Esta Universidad, excelentísimo rector, señor presidente del Consejo Social, tiene que contribuir a mejorar la vida de los asturianos, y en ese objetivo la innovación y la transferencia de conocimiento son palancas fundamentales. También a usted, señor Azcona, le corresponde manejarlas con acierto.

 

Entienda desde el primer momento que parte con mucha confianza. También contará con comprensión, colaboración y más que buenas palabras: apoyo efectivo hasta el límite que este Gobierno alcance. No me interesa en absoluto hacer ejercicios de retórica a propósito de la Universidad si no van acompañados de un respaldo eficaz de este Ejecutivo.

 

Las urgencias de la Universidad son nuestras urgencias, sin duda, pero acepten que el Gobierno se ve obligado a conciliar un listado enorme de prioridades. Estas palabras no son un regateo, sino un compromiso.

 

El Consejo Social tiene funciones relevantes y concretas, bien tasadas, en las cuales el diálogo con el Gobierno es imprescindible. Ahí, en el terreno de los hechos, del diálogo debemos encontrarnos todos razonablemente, sin hacer más concesiones a los desahogos que las justas. A la larga, Asturias no nos perdonaría que fuésemos incapaces de entender que la situación en la que estamos nos exige a todos –al Gobierno, al rectorado y al Consejo Social- un enorme esfuerzo de entendimiento y de austeridad inteligente, austeridad bien entendida, es decir: sobriedad no pobreza inducida, ideología elevada a la categoría de ciencia. Señor Azcona, también deseo que usted se apunte este tanto, porque su éxito será el de todos nosotros.

 

*Presidente del Principado de Asturias



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