Santiago Carrillo se ha ido para siempre a los 97 años mientras dormía la siesta, contradiciendo a los médicos que dicen que fumar es malo para la salud. Por expreso deseo suyo será incinerado mañana en Madrid y luego sus cenizas serán esparcidas en el Cantábrico desde su ciudad natal Gijón. Hasta ese momento su cuerpo estará en el auditorio de CCOO de Madrid. No deja de ser curioso.
El veterano político que se había dado de baja del Partido Comunista en 1985 fue, como dijo el Rey Juan Carlos al visitar su domicilio, una figura clave en la transición hacia la democracia en España. Tras el fallecimiento del general Francisco Franco y comenzando a tejer la democracia y la nueva Constitución Adolfo Suárez el veterano dirigente había regresado a España permaneciendo durante algo más de un año en una clandestinidad consentida -¿Quien tendrá su famosa peluca?- a la espera de que Adolfo Suárez anunciase, como así fue, la legalización del Partido Comunista lo que hizo, creo recordar, aprovechando una Semana Santa.
En cuanto se normalizó su situación en España Santiago Carrillo solicitó y obtuvo el carnet oficial de periodista. Fue diputado en las tres primeras legislaturas pero poco a poco la izqquierda, y en concreto el Partido Comunista, se le fue yendo de las manos. Creyó que colocando como su sucesor en la secretaría general a un minero asturiano, Gerardo Iglesias, todo iba a continuar igual, esto es, bajo sus directrices, pero el picador de pozo Polio le salió respondón.
Al pcoo tiempo de ser legalizado el Partido Comunista el entonces decano de la facultad de Derecho de la Universidad de Oviedo Armando Torrent le invitó a dar una conferencia a los estudiantes. Era rector Teodoro López-Cuesta y yo era el jefe de prensa de la citada institución académica. La conferencia estaba prevista para el mediodía y a punto estuvo de suspenderse. Resulta que un bedel del rectorado -la facultad de Derecho por aquel entonces se encontraba ubicada en el conocido como edificio histórico- para quien Carrillo era el demonio con azufre incluído decidió por su cuenta y riesgo trancar el acceso al aula montándose el correspondiente follón. Menos mal que el decano reaccionó rápido y Santiago Carrillo pudo acceder a la sala cuando fuera ya se estaba comenzando a montar el pollo por unos y otros.
La última vez que le vi acompañado por su inseparable Carmen fue en el salón de actos de la delegación del Principado de Asturias en Madrid -hoy ya cerrada- con motivo de la presentación de una biografía del ovetense general Miaja, defensor de Madrid, y que escribió el langreano Juan José Menéndez. Lúcido como siempre en el coloquio Santiago Carrillo tomó la palabra y se refirió con cariño y admiración hacia la figura del general asturiano que tras la caída de Madrid se exilíó primero en Francia y luego en México donde murió creo que en el año 1956.
Carrillo ya es historia, en algunos puntos muy controvertida como en el tema de la matanza de Paracuellos del Jarama. En cierta ocasión el comandante de un avión de Ibería, ni corto ni perezoso, al sobrevolar la zona en un viaje comercial cogió el micrófono y dirigiendose a los viajeros les manifestó que estaban encima del lugar donde el asesino Carrillo había matado a muchos ciudadanos en 1936. Santiago Carrillo, que era por aquel entonces el delegado gubernativo, siempre negó haber particiado en dicho suceso -la ejecución de un grupo de militares que se habían pasado al bando nacional- atribuyendolo a un grupo de incontrolados.
Seguro que su muerte habrá alegrado a algunas personas. Lo mismo le ocurrirá en su momento a otra figura controvertida, Fidel Castro, pero el Rey Juan Carlos puso hoy la nota sobre Carrillo en su justo punto: Si él y el Partido Comunista no hubieran colaborado en la transición sabe Dios lo que hubiera pasado en este país a partir del año 1975. El político gijonés a quien le gustaba el periodismo ya es historia.