Turón da para esto y para mucho más dijo ayer en el Ateneo de la que fuera importante zona minera Manuel Jesús López “Lito”, autor del séptimo libro sobre Turón en el que se recogen mediante fotografías y textos la memoria industrial de este pueblo que llegó a tener 9.000 mineros en su época de esplendor y que hoy no tiene ninguno, solo jubilados.
Cuando yo comenzaba como plumilla en el periódico Región de Ricardo Vázquez-Prada en 1964 un turones de pro, al que ayer tuve la oportunidad de abrazar, Manuel Menéndez Baquero “Manolito”, me invitó a dar el pregón de las fiestas en la desaparecida sala María Luisa. Fue mi primer pregón y recuerdo muy bien la tarde noche lluviosa y yo subiendo el Padrún y la Rebollada con un Cuatro Cuatro de tercera mano al que no le funcionaba el limpiaparabrisas por lo que lo llevaba atado con un cordel y untaba el cristal con jugo de patata. “Manolito” tiene hoy 87 años, está sordo pero dispone de un vozarrón propio de un tenor de primera división. Es toda una institución en este pueblo en donde, como en el resto del Principado, casi todo está en venta o cerrado. Graduado social “Manolito” fue librero y durante 29 años corresponsal de La Nueva España inmortalizando a Turón y muchos sus problemas. Fundó y promovió el movimiento Pulso por Turón siendo el autor de las iniciativas que tras años de luchas y reivindicaciones lograron la reconstrucción del principal barrio del pueblo, el de San Francisco.
El autor del libro Manuel Jesús López “Lito” se acaba de jubilar como destacado funcionario del ayuntamiento de Oviedo y con sus libros y escritos es como una voz que clama en el desierto regional contra la desertización de Turón, el patito feo de Mieres y del valle del Caudal. Sin ayuda de ningún tipo, costeándolos de su bolsillo, lleva publicados siete libros sobre la historia de Turón cuyas minas -San Víctor, Santa Bárbara, Figaredo, San José...- son hoy reliquias industriales, en pleno abandono pero que en su momento, hace un siglo, por ellas se llegaron a extraer 150 millones de toneladas de hulla, ahí es nada. En el acto intervinieron Longinos Fernández, técnico del ayuntamiento de Oviedo, que actuó como presentador, “Manolito”, siempre tan emotivo, Heradio González Cano, doctor en Derecho y poeta nicaragüense que hizo que al respetable se les pusiese la carne de gallina con sus versos, Andrés Palicio, funcionario del ayuntamiento de Oviedo y comentarista de la proyección fotográfica, y un servidor. No estuvo presente, y lo siento, el alcalde del concejo, Anibal Vázquez, por encontrarse en Torremolinos al frente de una delegación mierense ya que este concejo fue el pasado viernes el protagonista del Día de Asturias que cada año por estas fechas organiza el Centro Asturiano de Málaga que tan acertadamente preside Florentino Martínez Roces, pero si dedicamos el aplauso más intenso del acto a Mina, la madre del autor del libro, que pese a sus 86 años no se quiso perder la apasionadas defensa que Manuel Jesús López hizo de su tierra.
Creo, por tanto, que iniciativas personales, al estilo de la soledad del corredor de fondo, como ésta de Manuel Jesús López merecen el reconocimiento y el apoyo no solo del vecindario de Turón si no de los asturianos en general. Allí estaba una de las fuerzas vivas de Lugones, José Antonio Coppen, quien es en dicha localidad -con el corazón dividido entre Oviedo y Siero- el “Lito” de Turón. Al regreso me detengo un momento en el polígono La Cuadriella. Un fallido intento, uno más, de reindustrializar la zona y que, como tantas iniciativas en las comarcas mineras, falló. Recuerdo cuando en el inicio de la década del 2000 un por entonces pletórico vice presidente primero del Gobierno de la nación llamado Francisco Alvarez-Cascos acudió a poner la primera piedra de dicho polígono siendo alcalde Misael Fernández Porrón. Total ¿Para qué?. Turón sigue igual de muerto o más. Solo las inolvidables canciones del Coro Minero contribuyen a elevar la moral de esta población desde hace años dejada de la mano de Dios.