Considero interesante transcribir a continuación algunos párrafos de unas declaraciones hechas recientemente por mi hijo Federico, Profesor de Bioquímica y Biología Molecular: 

“Parecía que, con una masa crítica de investigadores y de centros de investigación, llegábamos a “engancharnos” al tren de la ciencia europea y esto, ahora, lamentablemente, está en peligro: nuestra prima de riesgo científica, el diferencial con otros países líderes en el mundo, está volviendo a aumentar. 

Este distanciamiento se está produciendo con el agravante de que el actual momento de crisis global económica -también de valores, más importantes que nunca- facilita que se relegue la importancia del conocimiento. 

Las sociedades avanzadas tienen que tener unas capacidades críticas de generar conocimiento, transferirlo a las nuevas generaciones y transformarlo en aplicaciones. Es fundamental para afrontar el futuro con ciertas garantías de éxito. 

Parece ahora especialmente oportuno recordar a la sociedad los trascendentales avances conseguidos en la atención médica, en el diagnóstico, genética, nuevos materiales… surgidos de la investigación básica. Está claro que la ciencia de vanguardia juega un papel fundamental en el desarrollo y el bienestar. 

No sólo corresponde a los científicos solicitar apoyos a la investigación sino que la sociedad y los empresarios deberían también reclamar que la ciencia sea una prioridad… 

Debo advertir del riesgo que representa la fuga de jóvenes científicos a otros países después de haber sido muy bien formados en España. La oportunidad de jugar un papel prominente en la ciencia atrayendo a jóvenes brillantes a las tareas científicas puede verse truncada por los recortes, restricciones y pesimismo actuales”. 

Coincido plenamente con estos puntos de vista. Es ahora a la generación de los cincuenta y tantos años, más que a la nuestra, a la que debemos escuchar.