Esa es la nueva política europea. Olvídese usted del espacio sin fronteras, de la libre circulación de personas y mercancías, del tratado Schengen y de zarandajas. Empieza la primavera en Oriente Medio y el invierno en Europa. La ultraderecha ha presionado en Dinamarca y jaleados por Nicolas Sarkozy y Silvio Berlusconi, que no saben como ganar los votos perdidos, el castillo de naipes se desmorona. Por cierto, yo estuve en Dinamarca y apenas vi inmigrantes, todos rubios y de ojos azules, viva la raza y aislada, que no me contaminen y menos se mezclen conmigo. En este nuevo modelo de fronteras-quita-y-pon, los rubios y blanquitos no tendrán problemas, abre la muralla, pero a los de piel aceituna, morenos, negros, tostados y cafeinados, cierra la muralla.
Es el último gran logro de populistas, populares, nacionalistas y xenófobos que han visto como sacar réditos mayúsculos de una sociedad desencantada, en crisis económica, que asocia emigrantes con delincuencia, se siente molida a impuestos y burlada por una clase política cortoplacista e incompetente. A la hora en que Estados Unidos abre la mano a la regularización de millones de indocumentados, Europa cierra sus fronteras y los expulsa. Comentaba la excomisaria europea Emma Bonino que "cerrar otra vez las fronteras y modificar Schengen por 20.000 tunecinos o menos es un claro ejemplo de que Europa no está sana"
Dinamarca, mientras, dice que restaura las aduanas, pero sin hacer controles sobre personas o pasaportes. Lo que yo les diga, el control por el procedimiento habitual: Ojo al moro. Si es que vamos para atrás….