“El éxodo de médicos y enfermeras se duplica por los recortes sanitarios”... “Las salidas de profesionales van parejas al aumento del paro”…, leímos en la prensa del día 7 de agosto.
¡Cuántos esfuerzos personales malgastados! ¡Cuántos méritos echados por la borda!... por tener que cumplir, ineludiblemente, con las condiciones impuestas por los “mercados”. Ya sólo quedan Europa-Reino Unido sometidos a los dictados de los “globalizadores rescatados”, que imponen ahora sus condiciones sin tener memoria, hasta el punto de nombrar gobiernos y precipitar países como el nuestro a situaciones sociales insostenibles.
El vaivén de las cotizaciones, la austeridad “perentoria” que conduce a una depresión generalizada, a la recesión y disminución radical de los consumos no esenciales… y, lo que es realmente grave, a un porvenir sombrío para todos.
Los fondos –“¡líneas de crédito!”- con tantas obligaciones concedidos se destinan a las instituciones bancarias que peor se han comportado…. y que siguen apremiando al pago de la deuda y a la disminución del déficit.
No cabe duda de que los excesos de algunos españoles deben ahora regularizarse y evitarse de cara al futuro. Pero sin afectar a los pilares fundamentales de la Nación: la educación, la salud, el conocimiento. Lo único que debe salvaguardarse siempre es el talento: los médicos y personal sanitario ya formado; los científicos y profesores; los profesionales bien preparados… Ésta y no otra es la base de la prosperidad y, en consecuencia, no debe “recortarse” lo que tanto ha costado (también en términos económicos).
Ofrecer estos talentos, frutos ya maduros, a otros países más avezados –a veces, los mismos que promueven su emigración- es la peor operación que un Estado soberano puede llevar a término.
No lo hagan. Rectifiquen. La Unión Europea necesita ahora que dos o tres de sus líderes den un “volantazo” y pongan los puntos sobre las íes.
Observen la desaceleración de Alemania. Y la urgente y oprobiosa regulación de la especulación que se cebaba en BANKIA… Y la debacle del trabajo y del empleo, sin incentivos ni ayudas… y con el Banco Central Europeo que en lugar de arrimar el hombro se une al coro de agencias de clasificación y expertos que añaden más leña al fuego.
José María Ridao lo advierte sin cortapisas en un artículo publicado en “El País” el 8 de agosto: “Traicionan al ser humano aquellos economistas que preconizan una política de austeridad a ultranza para combatir la crisis del euro y se desentienden de sus efectos devastadores, del paro y de la miseria”.
Rectifiquen. Presenten un Plan bien pensado y pactado, en el que se expresen con toda transparencia cómo, cuánto y cuándo se cumplirán las exigencias financieras, sin admitir fechas inadmisibles, sin admitir plazos incompatibles con crecimiento. Un Plan en el que se indique también cómo y cuándo se juzgará severamente a los responsables de corrupción y/o de prácticas indebidas… y qué aspectos intangibles para asegurar el bienestar social y el desarrollo sostenible serán salvaguardados.
Hablen. Consulten. Recapaciten. Adopten medidas democráticamente. Ya ven que la “arbitrariedad legal” de la mayoría absoluta parlamentaria da más disgustos que satisfacciones.
Piensen en el porvenir. Están forzando a mucha gente preparada –algunos de los cuales confiaban todavía en su anunciada creación de empleo- a salir de España.
¿Dinero, sí; talento, no? Rectifiquen. De otro modo, de forma alarmante, las protestas podrían alcanzar límites que nadie desea.