Cuando escuché las ambiguas, y anunciadas a los cuatro vientos por el ministerio alemán de compra de empresas en ruina españolas --en su día--, declaraciones del señor Draghi, dije para mí --malo, malo, malo--. Estos se quieren quedar con España a preciu de ruina y hasta que no lo consigan no van a parar. Lo siguiente que me se ocurrió fue dirigir una carta a nuestro presidente, el de todos los españoles, sí, séyanlo catalanes u de razes inferiores como dicen algunos de ellos --que ni mucho menos todos--, para sugerirle que se plante.
Sí, hombre, sí: que ni un euro más de intereses cruce los Pirineos. El principal sí, pero los intereses no. Ya lo hicieron muchos Estados, fíjensen, sólo en lo que yo llevo vivido.
Pero llega la esperada rueda de prensa y ¡Anda! El presidente, en su comparecencia conjunta con otro Mario, este Monti, dice que se alegra de ver que en Europa se trabaja por defender el Euro. Y ello después de que Mario, este sí, Draghi, diese una patada al calderu de la leche, allá a las 14'34, y dijése, alto y claro, que ya diría, hundiendo de nuevo la Economía española.
Pues me reconforta. Si, como sospecho, el presidente del Gobierno de España es un home normal --al menos juro que hizo la mili en Valencia-- y pa encima del Norte, del norte Cantábricu, claro, igual sabe cuáles, y cuántos, son los poderes de España y los está jugando bien.
De ser así, dona Angela (sin acento en la Á, porfa), podría encontrarse con otro gallegu en Hendaya. Y, ojito, ni me lean torticeramente ni me acusen de decir lo que no digo.
Entre las Artes de la lucha priman aquellas que aprovechan el exceso de energía del adversario para acusar sus debilidades.
Dicho ésto, feliz finde, feliz singles, feliz pares, feliz familis, feliz, bueno: felices todos y acabamos antes.
Besos y abrazos a repartir