¿Recuerdan el efecto que tenía en Wallstreet la sonrisa del impenetrable señor Alan Greenspan? Serio, bajaban las acciones. Sonrisa, subidas proporcionales a la amplitud de la comisura de sus labios…
El resultado, como era previsible, no fue nada bueno: la catástrofe de 2008.
Ahora, en Europa, dependemos, para las fluctuaciones de nuestros valores bursátiles, y el tenor de las primas de riesgo de la simple palabra o gesto del señor Mario Draghi, Presidente del Banco Central Europeo.
El BCE “vende” a los bancos nacionales al 1%, que luego “compran” deuda española a un interés muy superior. Es intolerable.
Exigimos cambios radicales y no queremos que se conduzca la economía europea y española a base de “gestos” sino con actos bien fundamentados.