Todos estos días del incipiente verano el parte meteorológico repetía de manera insistente que las nubes, neblina y algún que otro aguacero se asentaban en el Norte de España, en el Cantábrico, y se recomendaba a los posibles turistas la necesidad del impermeable y del paraguas. Lo cierto es que llueva o no, el Turismo ya es una de las fuentes de ingresos más importantes de nuestra región, cercana ya al 10% del PIB regional, y con más profesionalidad y apoyo creo que aún podemos sacarle más partido, pues pocas regiones tienen los paisajes, la montaña y el mar que puede ofrecer el Principado, aderezado de una buena gastronomía y un paisanaje abierto y de buen trato, pues la lluvia siempre se combate con un buen paraguas, pero eso sí, que esté abierto..
Pocos instrumentos pueden identificar tanto al asturiano como el paraguas, que aunque ya no se llevan colgados de la parte trasera del cuello, ahora los usamos de bastón – en nuestros abundantes y repetitivas caminatas- y nos acompañan a todas partes, pues de todos es sabido que es un instrumento útil para resguardarnos de la lluvia, nuestra eterna compañera de viaje, tal es así que nuestra osamenta y anatomía se diferencia del resto de los españoles, en que consta de más porcentaje de agua, somos , por así decir, más líquidos, casi anfibios.
Pero la palabra paraguas, dada su cotidianidad, tiene abundante simbología y polivalencia, así se usa en el mundo jurídico para hacer referencia a la llamada “Ley Paraguas” o Ley 17/2.009, de 23 de noviembre que introduce los principios generales de la directiva europea de Servicios (directiva Bolkestein) en el ordenamiento jurídico español. Se emplea también en el mundo económico y financiero para hacer referencia a los Fondos de Inversión, así se habla del Fondo paraguas o fondo de inversión compuesto de varios subfondos que permite la posibilidad de invertir en cada momento en el subfondo que más le interese al inversor. También se utiliza el término “paraguas” en el mundo del “marketing”, para hacer referencia a las llamadas “marcas paraguas”, o marca que aglutina a otras marcas, propio de las multinacionales y práctica muy extendida hoy. En el mundo de la Arquitectura siempre que se habla de “paraguas” se piensa en Félix Candela y en Ildefonso Sánchez del Río. Asimismo la palabra “paraguas” da nombre a un importante restaurante madrileño, recientemente galardonado por la Asociación de Hostelería de Asturias con el título de “Embajador de la Gastronomía”...
Nadie puede dudar de la versatilidad del término “paraguas” y las sorpresas que él mismo genera al comprobar que este instrumento “dosel o tejado portátil” utilizado desde el s.XI a.C por los chinos y amigo del hombre y más aún del asturiano, desde el s. XVIII, va a ofrecernos algunas enseñanzas útiles en estos tiempos aciagos que vivimos y para ello basta acudir a un proverbio antiguo que nos desvela alguno de los errores del presente cuando dice: “Que llueva no depende de ti, que lleves paraguas, sí…” Ahí está nuestra culpa, que llueve desde 2.007 y no hemos abierto el paraguas – se perdieron más de dos millones y medio de empleos en el sector privada desde ese momento hasta la actualidad - , nos hemos calado, hemos padecido neumonía y ahora estamos en la UVI del Rescate sujetos a todo tipo de cirugías y con el forense preparado. Ahora no generamos ni compasión. Nos ha faltado seriedad, rigor, nos han sobrado las mentiras, los continuos engaños. No podemos seguir viviendo de la improvisación, de la chapuza, de la última genialidad. Una vez más sólo nos queda lamentarnos de no haber hecho como el buen ama de casa que compra los abanicos en invierno y los paraguas en verano, y no estaríamos pasando los agobios y desesperación que padecemos. Nos ha faltado, pensando bien, previsión, orden, constancia. ¡Ojala aprendamos!. Los presupuestos del 2.012 tienen cifrada la cantidad de 28.876 millones de euros para pagar los intereses de la Deuda Pública de España, ¿será suficiente? ¿Tendremos un buen paraguas, llámese Unión Europea, o Banco Central, para el mal tiempo que nos azota?