Catastrófica, a mi juicio, la subida del IVA, que trata en mi opinión modesta de burlar la imprescindible reestructuración administrativa de un país desconcertado ante la perspectiva de tener que pagar sus deudas.
Como en cualquier otro caso de liquidación e imprescindibles saldos, cada interesado trata de quedarse lo mollar y endosarle al prójimo la parte del hueso mondo y lirondo.
Por mucho que digan tirios o troyanos, siempre será insostenible una administración que cueste, entre pitos y flautas, más de tres cuartas partes de lo que recauda.
Creo que fue Malthus quien más o menos dijo, hace tanto que se ha olvidado, que demasiados operarios entorpecen la operación.
En esto de las subidas de los impuestos, como en la en parte demagógica consigna de que hay que sacarles a los ricachos sus excesos, no hay que perder de vista aquello de la gallina de los huevos de oro. Es decir, que para que haya por lo menos un huevo de oro cada cierto tiempo, es imprescindible que haya gallina, y mejor si son varias.