Toni Fidalgo y su mano derecha Sabino López han iniciado con brío esta nueva etapa al frente del Real Oviedo. Arriesgar, la verdad, no arriesgan un euro, que para eso están puestos por el ayuntamiento, pero, por lo menos, aportarán su sapiencia futbolística a encauzar la caótica deriva de este histórico club que más bajo no pudo caer en su última etapa. Me da en la nariz que el alcalde Agustín Iglesias Caunedo no solo ha prometido ayuda moral y ciudadana al nuevo equipo directivo si no también, llegado el caso, el ayuntamiento aunque sea a costa de recortar el presupuesto de las fiestas de San Mateo pondrá su grano de arena en el futuro capital económico de club. Lo que está claro, tal como me vaticinó hace un par de días el gran Lalo, es que Enrique Pina y su equipo se irán por donde vinieron que desde un principio Toni Fidalgo no lo ha visto claro incluído ese partido amistoso en el Carlos Tartiere el próximo día 24 contra el Castilla, o mejor dicho, Real Madrid B, lo que además le iba a costar al club unos buenos euros que no tiene el club ovetense. Toni Fidalgo, que llega todos los días a primera hora, con puntualidad germana, al despacho en el Carlos Tartiere lo primero que tiene que hacer es las manifestaciones que hizo nada más ser elegido presidente. Esto es, no gastar más de lo que se ingresa -la teoría Rajoy-, de ahí que haya que rebajar plantilla de ejecutivos, cortar los vínculos con el agente Mata y ponerse a buscar grupos que estén dispuestos a cubrir lo más rápidamente posible la ampliación de capital, todo ello además de abonar los pagares pendientes de la temporada ya finalizada así como las nóminas de los últimos meses. Es interesante que el presidente de Peñas Azules Hugo López haya accedido al nuevo consejo de administración. La afición, hoy por hoy, es el único patrimonio que tiene el club, y así como hicieron una intensa campaña para hacerse con acciones de los minoritarios para echar a Alberto González a lo mejor deberán iniciar pronto otra buscando aportaciones dinerarias de los oviedistas ya que, como me dijo el alcalde en vísperas de la asamblea, “aquí muchos dan la lengua en las terrazas pero nadie arriesga un euro”. En definitiva, tengan por seguro que Toni Fidalgo no será un presidente florero aunque haya sido puesto por el ayuntamiento. Si no al tiempo.
No me siento aludido por el “¡Que se jodan!” de la diputada popular Andrea Fabra en el Congreso quien ahora aclara que iba dirigido al grupo socialista al cual, evidentemente, ni pertenezco ni quiero pertenecer. Si la vi por televisión pero la verdad es que me estaba fijándome más en el caluroso aplauso que el diputado del PP por Asturias, afincado en Madrid, Ovidio Sánchez hacía tras el anuncio de los recortes de Mariano Rajoy, hoy corregidos y aumentados en el Consejo de Ministros. Presidente y ministros fueron esta mañana antes del consejo hasta La Zarzuela para ser recibidos por el rey. Juan Carlos I se lució diciéndole una perogrullada al presidente del gobierno: “Nadie debe de quedar excluido de la recuperación“. Era lo que nos faltaba, Majestad, excluir a alguien, aunque fuera la diputada Fabra, si es que algún día hay recuperación que el estado del bienestar ya se no está yendo por donde ustedes se imaginan.
Veo a Mariano Rajoy, no es para menos con la que está cayendo, con mala cara, cansado y errático. Insisto en que debe de contratar cuanto antes a Lalo Azcona para que mejore la comunicación y los gestos del Ejecutivo y del grupo popular en el Congreso. ¿Cómo se les ocurre aplaudir a sus señorías con mayoría en el Congreso como si hubieran acabado de duplicar el salario mínimo cuando lo que se estaba haciendo era retorcer aún más los intestinos de los españolitos de a pie?. Gaspas Llamazares, que como político veterano que es ya tiene colmillo retorcido, estuvo atento a las cámaras de televisión y cuando vio que le enfocaban se quitó la chaqueta para mostrar la camisa negra del carbón que nunca picó echandose espectacularmente las manos a la cabeza mientras Mariano Rajoy anunciaba el recorte a los desempleados ante el pleno del Congreso. Me lo decía mi abuelo cuando yo era un niño: Vivir para ver y sí que estamos a alturas de la vida viendo situaciones que jamás creíamos que podían llegar. Eso sí, al tsunami social si que se vio venir en los últimos años pero los responsables que iban en el puente de mando de este Titanic llamado España ni se enteraron. O no quisieron enterarse.